El 29 de enero de 1921 los obreros de La Forestal dieron el último aventón de lucha y dejaron una huella duradera en la historia del norte de Santa Fe. El conflicto había tomado una dimensión política preocupante para los sectores privilegiados de la Argentina del siglo XX. Ambas partes, trabajadores y empresa, sabían que la derrota de uno implicaba la supremacía del otro.

Los trabajadores de La Forestal representaron la clase social surgida con la extracción de los recursos naturales del país. Como suele ocurrir, detrás de los grandilocuentes discursos de progreso, fueron los hacheros quienes pusieron el lomo para generar las riquezas de la Argentina.

La Forestal se manejó como un gran patrón extranjero en el norte de Santa Fe. Tenía más de dos millones de hectáreas y todo cuidadosamente diseñado para la explotación del quebracho colorado. Pueblos enteros convivían y seguían obediente el plan trazado por la compañía. No es casual que Gastón Gori advirtiera sobre la presencia de un Estado dentro de otro Estado.

Se puede decir, sin rodeos, que las condiciones de vida de los trabajadores de La Forestal, principalmente, en las primeras décadas del siglo XX, era de completa sumisión y explotación. Bialet Massé, en su clásico informe sobre las clase obrera Argentina, en 1905, advertía que frente al avance de la depredación de los bosques iban quedando hombres extenuados y envejecidos por un trabajo tan malamente explotado. Además, el sentimiento de aquellos hombres y mujeres, era de soledad y desprotección. Percibían la soledad del Estado argentino y mantenían en la soledad del monte la ilusión de vivir mejor.

En un contexto de prohibiciones y privaciones los trabajadores de La Forestal fueron creciendo y desarrollando formulaciones para mejorar su realidad. Cada vez toleraban menos las arbitrariedades y fueron entendiendo que debían atar las soledades que, separadas no tenían destino alguno, y todas juntas, planteaba una realidad de altísima preocupación para la compañía inglesa. En otras palabras, se dieron cuenta que el camino era la sindicalización para intentar cambiar las cosas.

A finales de junio de 1919 en el local de la Federación Ferroviaria de Vera se constituyó el Sindicato de Obreros en Tanino y Anexos de La Forestal, siendo nombrado como Secretario General, a Teófilo Lafuente quien junto a una comitiva de obreros emprendió dos giras sindicales caracterizado por la presencia masiva de obreros en asambleas y actos en las plazas de cada pueblo.

Luego de las giras y con la celebración de un nuevo Congreso, se decidió la elaboración de un pliego de 35 demandas sindicales. Las mismas mostraban el sistema opresivo y la falta de condiciones básicas en que vivían los trabajadores de La Forestal. Los puntos destacados van de la libertad completa de reunión y comercio, reincorporación de trabajadores expulsados, servicio sanitario y colocación de canillas de agua en cada cuadra, condiciones laborales y mejores salarios, hasta el llamativo punto 35 donde pedían a los señores gerentes y altos empleados que observen más respeto hacia los trabajadores.

Ante la falta de respuesta por parte de la empresa, el 14 de diciembre de 1919, se declaró la huelga en el territorio de La Forestal.     Los pueblos “forestales” fueron, literalmente, tomados por los obreros que habían paralizado completamente el funcionamiento de la poderosa empresa. Los diarios de la época informaban que patrullas armadas recorrían las calles y controlaban fábricas, transportes y tenían secuestrados en sus casas a gerentes y altos empleados.

La Huelga de los tanineros finalizó con un triunfo para los trabajadores, y una derrota difícil de aceptar para la empresa que hizo ordenar el incumplimiento de los acuerdos y puso en marcha la creación de una fuerza de represión propia.

En mayo de 1920 asumió como gobernador de Santa Fe, Enrique Mosca, por el Partido Radical “Antipersonalista” y creó por decreto la Gendarmería Volante que fue financiada íntegramente por la compañía. La violencia desatada por los gendarmes de La Forestal fue acompañada por el cierre de fábricas que dejaban sin trabajo a cientos de familias y sin la posibilidad de una nueva huelga.

En enero de 1921 el panorama para los trabajadores era alarmante, habían pasado de una victoria sindical importante en marzo de 1920, a una desoladora situación en la que se complementaba los abusos de la Gendarmería Volante, la vista gorda del ejecutivo nacional, la complacencia del gobierno provincial y varias fábricas cerradas por la misma empresa.  El termómetro de los obreros estaba al rojo vivo en el verano de 1921 y fue una cuestión de días hasta que estalló la revuelta.

El 29 de enero de 1921 grupos de obreros armados con wínchester en los trenes entraron a Villa Ana y Villa Guillermina intentando tomar los poblados donde rápidamente hubo un enfrentamiento causando bajas de ambos lados. Con la llegada de los refuerzos policiales, los obreros huyeron al monte donde resistieron los ataques agresivos de los gendarmes. Muchos trabajadores que habían intentado reclamar por medio de la huelga y que no pudieron escapar, fueron detenidos y sus hogares incendiados. Los niveles de represión y tortura fueron extremos. El propio Teófilo Lafuente, relata en sus declaraciones, que él y sus compañeros habían pasado un verdadero martirio al punto de casi perder la vida.

En sus declaraciones, Teófilo también comentó que en el norte estaban cazando obreros como si fueran animales. En Villa Ana, particularmente, en el arroyo de El Almagro, se ubicó el grupo más importante de obreros perseguidos que protagonizó esta última etapa de lucha contra la empresa inglesa. Los enfrentamientos continuaron por un tiempo con una situación controlada por la compañía y un sindicato abatido y disuelto.

Oficialmente no se sabe cuántos obreros perdieron sus vidas en esta lucha, sólo el periódico La Vanguardia manifestó que los muertos por la Masacre de La Forestal rondarían los 500 a 600 trabajadores.

Hoy, a 100 años de la revuelta del 29 de enero, la realidad pareciera no haber cambiado demasiado y por eso, la gesta sindical de los obreros del chaco santafesino, pareciera tener más vigencia que nunca.

Hoy como ayer, los nombres y hazañas de los obreros de La Forestal, continúan llenando de tinta los periódicos argentinos y su ejemplo de lucha resurgen y se mezcla en las realidades nuevas de los pueblos forestales. Y entonces pareciera que estos dos momentos históricos, separados por 100 años, se funden en un solo instante donde se vuelve a escuchar revolución social en los pueblos del quebracho, que conmemoran y recuerdan a los bravos obreros de La Forestal.

Prof Luciano Sánchez/Licenciado en Ciencias Sociales y Humanidades/Director Revista Añamembui/Historiador e investigador de los pueblos forestales. Nacido en Villa Ana (Sta Fe) lucianosanchez286@gmail.com

Por AMSaFe Departamento General Obligado

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