Si bien concedió que «siempre se puede hacer más», el ministro de Educación de la Nación Nicolás Trotta defendió su gestión durante la pandemia, al plantear que al gobierno nacional le tocó administrar «una realidad de profunda incertidumbre», en donde cada una de las decisiones se tomaron «por unanimidad» junto a todas las provincias.

«Nuestras decisiones tienen un impacto educativo, pero también sanitario, social. Por eso hemos sido tan cuidadosos. Nosotros escuchamos a los especialistas», planteó el funcionario en un mano a mano sostenido con El Litoral, en un alto de su visita a Rosario este miércoles, donde llegó para compartir una serie de actividades con el gobernador Omar Perotti.

Durante la charla, Trotta afirmó que si bien hay expectativa de finalizar el actual ciclo lectivo sin la modalidad de burbujas, ello «depende de múltiples factores», entre ellos la llegada de la variante Delta. Lo que sí dejó en claro el ministro fue que superada la pandemia se sostendrá una instancia de virtualidad en las aulas, aunque no de manera fija sino complementaria: «Queremos una jornada extendida tecnológica», anticipó.

– ¿Qué evaluación hace de la gestión educativa del gobierno en la pandemia?

– La pandemia ha sido un momento de enorme complejidad para toda nuestra sociedad. Ha sido un año y medio de angustia, de pérdidas, de mucho dolor para todos los argentinos, en un país que venía de una enorme complejidad previo a la pandemia, en múltiples aspectos: el económico social, pero también en lo educativo, donde se había practicado un fuerte ajuste. Ante esa realidad enfrentamos el desafío de la  reconfiguración de nuestra agenda educativa, que lo iniciamos a partir del debate del horizonte de los próximos años, por ejemplo con la paritaria nacional docente, que nos permitió el inicio de clases en todo el territorio argentino en el 2020, algo tan básico que no siempre se da.

En esas condiciones nos impactó la pandemia. En esas condiciones tomamos la decisión de garantizar la continuidad educativa con todas las herramientas que teníamos a mano. Durante el 2020 no solo desarrollamos herramientas tecnológicas sino también analógicas: distribuimos cuadernos educativos, sumamos horas de televisión y radio, recuperamos computadoras que distribuimos en las provincias y llevamos adelante un proceso de evaluación de la continuidad educativa en el primer semestre del 2020, para ver con claridad cuál era el impacto de la pandemia. Ahí determinamos que un porcentaje de los alumnos no tenía intensidad en su vínculo con la escuela.

Pusimos el foco en fortalecer esas trayectorias educativas. Es fundamental en el campo de las políticas públicas nunca invisibilizar los aspectos a transformar.

El otro concepto fundamental fue construir no solo consensos sino unanimidad en cada uno de los pasos vinculados a la reorganización de las propuestas pedagógicas y en el proceso de regreso seguro a las aulas. Todas las decisiones pedagógicas que se tomaron fueron por unanimidad de las jurisdicciones educativas. Fuimos de los primeros países en tener protocolos: el 2 de julio del 2020 aprobamos el protocolo para el regreso seguro. El 10 de agosto comenzó la primera provincia, San Juan, y luego de allí tuvimos avances y retrocesos.

– ¿Ensaya una autocrítica sobre si se podría haber hecho algo más para garantizar mayor presencialidad durante la pandemia?

– Siempre se puede hacer más. La administración de una realidad de profunda incertidumbre, de un hecho nunca transitado, implica que nadie puede tener la soberbia de decir que hicimos todo bien, porque cometimos errores.

Las decisiones que tomamos en julio de 2021 son muy distintas a las de marzo de 2020. ¿Por qué? Porque sabemos mucho más sobre cómo vincularnos con el COVID, porque hemos logrado el aprendizaje social en las instancias de cuidado, porque robustecimos el sistema sanitario, porque iniciamos la vacunación. Todas esas decisiones fueron por unanimidad, pero al mismo tiempo existieron cambios. Tuvimos en 2021 el inicio del ciclo más intenso en América Latina. Eso fue posible porque derribamos muchísimos temores a partir del proceso de presencialidad que tuvimos en 2020.

– Si de usted hubiera dependido, ¿hubiera apostado por mayor presencialidad? ¿Hubiera sido más audaz en las decisiones?

– No es una cuestión de audacia, sino de responsabilidad. Circunstancialmente tenemos una responsabilidad muy compleja, y nuestras decisiones tienen un impacto educativo, pero también sanitario, social. Por eso hemos sido tan cuidadosos. Nosotros escuchamos a los especialistas. Por supuesto, si uno me dice, volvemos a marzo de 2020, el mundo tomaría decisiones distintas.

– Uno ve que la variante Delta genera en algunos países muchos casos, pero mantiene una baja letalidad en aquellos países con alta vacunación ¿Los criterios que actualmente rigen para Argentina se pueden ver modificados para lo que viene?

– Si los especialistas nos marcan este escenario de muchos casos pero baja letalidad, lo vamos a modificar. Ninguna decisión es permanente. Fue evolucionando. Con la norma del 2 de julio del 2020 no tendríamos presencialidad. Hoy, con el inicio del ciclo lectivo, luego del receso invernal, vamos a tener presencialidad con protocolo en todo el territorio argentino.

– ¿Se imagina un final de ciclo con todos los chicos en las aulas, sin el actual esquema bimodal?

– No lo sabemos todavía. Es nuestra expectativa, pero depende de múltiples factores. Estamos viendo con mucha atención el inicio del ciclo lectivo en el hemisferio norte, que tienen instancias de primeras dosis similar a Argentina. Si ellos logran tener un inicio robusto, potente, va a ser una muy buena noticia. Pensando en lo que puede ser el final de 2021, pero principalmente en lo que puede ser el 2022, que sí nuestra apuesta es que sea el año que recuperemos la normalidad, con ciertos cuidados. Los cuidados los vamos a sostener durante un tiempo.

– ¿Se imagina una instancia de virtualidad fija en la postpandemia?

– No fija, pero sí complementaria. Creo que la pandemia nos deja mucho dolor y angustia, pero también aprendizajes. Uno es la importancia para toda la sociedad de nuestro sistema educativo. Por eso en el Congreso nacional proponemos discutir cuatro leyes: una de Justicia Educativa;  una de Formación, Carrera y Salario Docente; una de Conectividad y una nueva ley de Educación Superior.

La tecnología no es un fin en sí mismo, pero sí una herramienta que mejora los procesos de aprendizaje siempre y cuando el Estado asuma la responsabilidad de disminuir la brecha tecnológica digital, que es una de las expresiones de la desigualdad. Este año triplicamos la inversión en nuestro plan de conectividad. Estamos desplegando nuestro plan Juana Manso, que implica la fabricación de más de 600 mil computadoras, el otro compromiso es la conectividad del 100% de las escuelas antes de que termine la gestión, continuar formando a los maestros en las herramientas tecnológicas, y el desarrollo de nuestra plataforma Juana Manso, que se navega gratuitamente, además con videollamadas gratuitas que no consumen datos, para que pueda haber clases sin consumo de datos. Hay 7 provincias que están utilizando la plataforma Juana Manso. Está disponible para las escuelas que lo soliciten. ¿Qué queremos? Una jornada extendida tecnológica, siempre que continuemos con este proceso de fabricación de computadoras y gratuidad en la navegabilidad, ese es nuestro compromiso.

Fuente – www.ellitoral.com

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