INCUPO asesora a 11 familias que se encuentran desarrollando planes de manejo de bosques nativos en el norte de Santa Fe, una región que alberga los últimos montes de la provincia. Son pequeños productores ganaderos que ya realizaron un inventario forestal de sus campos en el marco de planes de manejo pensados a cinco años.

La zona del “camino del medio” se encuentra a unos 40 km. al sureste de la ciudad de Reconquista. Es una región próxima al río San Javier entre las localidades de Romang y Colonia Durán donde el Instituto de Cultura Popular (INCUPO) acompaña a familias de la organización Creciendo Juntos. Son pequeños productores ganaderos que transitan el segundo año de Planes de Manejo de Bosques Nativos.

Caminar juntos

En 2014 un grupo de productores comenzó a trabajar junto a INCUPO en la elaboración de proyectos de manejo y conservación de bosques nativos con el fin de obtener fondos no reintegrables de la Ley Nacional de Bosques Nativos Nº 26.331 y así poner en marcha los planes.

El paisaje costero de la región pinta los campos con distintas tonalidades de verde, que vistos a través de imágenes satelitales forman una suerte de rompecabezas en el que conviven campos de agricultura y bosques destinados a la ganadería.

“Trabajamos en planes de manejo de bosques nativos con 11 familias que forman dos grupos y hoy ya estamos en la etapa de la planificación operativa anual del año uno. En esta zona terminamos un inventario forestal y a partir de allí se hizo un plan de manejo para los campos que son 100% ganaderos”, explicó el Ing. Agrónomo, Oscar Cena, que acompaña a los productores desde INCUPO.

Manejo forestal

Luego del inventario forestal, el plan de manejo contempló la limpieza de los alambrados perimetrales de 7 ½ m. permitidos por la Ley y la apertura de callejones hacia los potreros y las aguadas de 10 m. de ancho. Estas tareas se realizaron con dos métodos: uno “más artesanal” con motosierra; machete y hacha y otro que utilizó una retroexcavadora para la remoción de arbustales.

“Son bosques cerrados donde domina el Coronillo, una especie que en su etapa inicial es muy ramificado y genera las famosas isletas junto con el Garabato, la Tala y la Tusca (aromo negro). Es un monte que así no sirve para la ganadería porque el animal no puede acceder y que además no tiene mucho valor forestal, pero sí ecosistémico. Es un monte que ha cicatrizado y va fertilizando el ambiente para que después crezcan los árboles de gran porte como el Quebracho Colorado, Algarrobo y Ñandubay”, detalló el ingeniero.

“En estos campos – agregó – estamos desarrollando el segundo año de plan con prácticas concretas y es un trabajo plurianual a cinco años que es como están proyectados los planes de manejo de la Ley Nacional de Bosques”.

El monte es vida

“Al limpiar los bordes del alambre es más fácil para juntar y traer los animales al corral y es más fácil para que pueden llegar al agua. Además, con el monte más limpio entra más el sol, se multiplica más el pasto y se pueden tener más vacas por hectáreas”, explicó Norberto Bieri, que aplica un plan de manejo en un campo de 50 hectáreas donde ya realizó limpieza perimetral y callejones centrales.

“Los árboles que están más liberados de enredaderas y malezas permiten crecer más el pasto y así se pueden manejar mejor los animales”, aseguró Aron Holzer, un pequeño productor ganadero que personalmente realizó las tareas de limpieza de su campo ayudado de una motosierra y una motoguadaña, casi como un jardinero que va separando la hierba de la maleza. “Yo hago esto porque adoro el campo, porque el monte es vida”, concluyó.

 

Fuente – INCUPO

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