En los últimos días, la región norte de la provincia de Santa Fe registró precipitaciones abundantes e intensas que marcan un hito histórico en la Estación Experimental Agropecuaria Reconquista del INTA. De hecho, según datos de la estación meteorológica el período diciembre 2023 – enero 2024 se posiciona como el binomio más húmedo, con 961 milímetros acumulados. Por esto, especialistas del equipo de manejo de cultivos y de ganadería de esa unidad del INTA comparten información crucial para la toma de decisiones de agricultores, productores ganaderos y asesores de empresas agropecuarias.
“La variabilidad de situaciones en la región, influenciada por la distribución de las precipitaciones y las diferencias topográficas, destaca la gravedad en terrenos planos con drenaje insuficiente”, señaló Miqueas Sandoval -integrante del equipo de manejo de cultivos del INTA- y agregó: “Situación que se agrava en aquellos terrenos planos que reciben agua de lluvias de zonas más altas”.
El estado de desarrollo de los cultivos al momento de los eventos de anegamiento determinará la factibilidad de sobrevivencia o no de los que están implantados. En el caso del girasol, los rendimientos se vieron afectados por intensas lluvias en noviembre y diciembre, que impactaron en la fecundación de las flores y el llenado de granos, lo que disminuye el número, el peso y el contenido de aceite. “A pesar de que los rendimientos se sitúan por debajo de la media histórica, la cosecha avanza con más del 85 % de la superficie completada”, indicó Sandoval.
Las condiciones climáticas también impactaron en la siembra de algodón, lo que redujo la superficie sembrada en un 45 %. La siembra de soja, por su parte, enfrenta atrasos significativos, con menos del 30 % de avance. “Por esta situación, los productores se encuentran en una encrucijada y deberán tomar decisiones estratégicas para el futuro”, expresó Luciano Mieres -especialista del INTA Reconquista-.
Con relación al cultivo de soja, experiencias de más de 10 años indican que la fecha de siembra óptima se encuentra entre el 15 de noviembre y el 15 de enero, con mayor rendimiento en los grupos de madurez VII y VIII. “Considerando esto, se sugiere siembras o resiembras a fines de enero o principios de febrero, siempre y cuando las condiciones ambientales lo permitan”, aseguró Mieres.
En cuanto a la disponibilidad de nutrientes post-anegamiento, “se recomienda evaluar la disponibilidad de fósforo y nitrógeno”, advirtió Ana Brach -del INTA Reconquista- quien explicó que, para el fósforo, cuya movilidad es baja, se sugiere coincidir líneas fertilizadas previamente con nuevas y reforzar la fertilización.
Por otro lado, “para el nitrógeno, con alta movilidad, se aconseja complementar la fertilización de las gramíneas y en el caso de la soja, un adecuado tratamiento de semillas con inoculantes biológicos y fungicidas”, detalló Brach.
“Estamos en una fase crítica, donde las decisiones a futuro serán determinantes”, destacó Brach quien puntualizó en la necesidad de evaluar alternativas basadas en experiencias y conocimientos para contribuir a la toma de decisiones.
Con respecto al cultivo de algodón, el impacto dependerá del estadio en el que se encuentre cada lote implantado. “Para aquellos lotes con un cultivo en etapa vegetativa tardía-inicio de reproductiva, la gran cantidad de agua acumulada por las precipitaciones, en conjunto a la poca incidencia de radiación solar por los días nublados, genera posibles derrames de estructuras reproductivas. Esto hace que se pierdan las posiciones más valiosas y, al mismo tiempo, se atrase la madurez del cultivo”, indicó Antonela Cereijo, especialista en el cultivo de algodón del INTA Reconquista.
Además, provoca una mayor necesidad de insumos debido a la elevada proliferación de malezas y la necesidad de utilización de reguladores de crecimiento. “Los lotes más afectados van a ser aquellos que se encuentren más adelantados en el ciclo fenológico”, expresó Cereijo.
En cuanto a las recomendaciones, Cereijo señaló: “Monitoreo de plagas, especialmente el picudo del algodonero ni bien se pueda ingresar al lote; monitoreo de índices crecimiento y porcentajes de retención de estructuras para evaluar la aplicación de reguladores de crecimiento; evaluar la aplicación de fertilizante nitrogenado para tratar de paliar el efecto del estrés por anegamiento una vez que los suelos vuelvan a condiciones hídricas normales y evaluar la viabilidad económica de aplicar productos hormonales que puedan acelerar el proceso de recuperación del cultivo”.
Qué pasa con el ganado
El impacto de las lluvias de diciembre y enero afectó básicamente a la zona del domo este del norte santafesino, más precisamente en el sur del Departamento General Obligado y parte del Departamento Vera (Villa Ocampo, Reconquista, Avellaneda, Malabrigo, Romang, Vera por mencionar algunas localidades). Allí se conjugan los efectos de la sequía prolongada, con la elevada concentración de hacienda por la reciente evacuación de las islas y el exceso de precipitaciones, que asciende en algunas zonas a 955,3 milímetros acumulados en los últimos 40 días.
“Esto hace que falten sitios secos donde la hacienda pueda descansar, falta de piso para el pastoreo, sobre todo en campos chicos, con sistemas rotativos, aumentó la aparición de cuadros clínicos en la hacienda y aumentó la mortandad de animales”, indicó Gabriel Lacelli -especialista en economía del INTA Reconquista-.
“La situación es compleja y afecta a todo el centro – norte de Santa Fe con situaciones muy dispares”, expresó Lacelli quien detalló que, de oeste a este, en los Departamentos San Cristóbal y 9 de Julio, en su mayoría están saliendo o están aún complicados con la sequía y, además, comienzan a tener algunas complicaciones con excesos de agua. En esa zona, en principio, las lluvias resolvieron la provisión de agua y forrajes, pero ya comienzan también a tener algunas complicaciones con excesos de agua.
Hacia el este, en la zona de los Bajos Submeridionales y la Cuña Boscosa, la situación sigue complicada por la sequía, pero en algunos sitios empieza a ver problemas por excesos hídricos en cuanto a falta de pasto, zonas donde dormir que generan traslado de hacienda. En la zona este y de islas, los efectos están combinados entre el exceso de precipitaciones y la crecida del río Paraná. “Esta situación obligó al traslado de animales desde las islas, a la compra adicional de alimentos, a hacer ventas anticipadas o extraordinarias de animales y, por otro lado, incrementó las mortandades por encima de lo normal”, describió el especialista del INTA.
En cuanto a las recomendaciones, Lacelli puso el foco hacer un ordenamiento de las categorías y una priorización de las categorías productivas, vacas y vaquillonas. “Esas son las categorías para conservar, para preservar, a tratar de darle un tratamiento especial y, obviamente, los toros”, expresó y agregó: “Las bocas para alimentar son las que hay que mantener en buen estado reproductivo porque son las máquinas que van a producir terneros y terneras”.
Después, ante la aparición de problemas sanitarios, debido al hacinamiento, al estrés por traslados, al amontonamiento, “hay que extremar cuidados y hacer más repasos de control para tomar medidas a tiempo y evitar las consecuencias negativas de las enfermedades”, destacó Marcela Menicelli -especialista en ganadería del INTA-.
Con más tiempo, saliendo un poco de la urgencia, hay que prever la programación de reservas forrajeras que permitan pasar el próximo invierno, pero también la construcción de infraestructuras para la cosecha de agua en momentos de excedentes que permitan acumular para períodos de escasez. “Es muy importante la previsión en el armado de reservas forrajeras y de reservas y acumulación de infraestructura para lo que es cosecha de agua”, señaló Lacelli y agregó: “En las grandes zonas que tenemos donde no hay buena agua subterránea, y dependemos de cosechar agua superficial, es necesario hacer obras para captarla”, indicó.
Fuente: INTA.