Este 27 de marzo se recuerda al volante del Club Unión de Santa Fe, Hernán René Solari, a 25 años del memorable gol en el clásico santafesino y al día siguiente el fatal accidente a la altura de Avellaneda, por la Ruta 11 en empalme con la Ruta 31, llendo a su Chanourdié natal (1993-2018).
Su mamá Teresa Sager de Solari, de 80 años desde Ingeniero Chanourdié en charla con RADIO AMANECER recordó a su hijo Hernán: “Era muy familiero, carismático, estudioso y muy buen compañero”. Hasta el día de hoy la familia tatengue lo sigue recordando con mucho afecto, una de las tribunas del estadio 15 de Abril de Unión lleva su nombre. Aún le realizan homenajes en fechas especiales.»
Este miércoles 28, al cumplirse 25 años del trágico accidente de Hernán «Indio» Solari, «Roly» Fernández y Matías Ibarra, sus familiares invitan a elevar una oración en su memoria.
Reseña Histórica
Hernán René Solari nació el 27 de octubre de 1968 en Ingeniero Chanourdie, un pueblo ubicado 360 kilómetros al norte de la ciudad de Santa Fe. Para llegar hay que hacer 11 km hacia el oeste de la Ruta Nacional 11.
De ese pequeño pueblito, a los 16 años, tras defender los colores de Racing Club de Reconquista, Hernán partió hacia la capital, para jugar en Unión.
Trayectoria en Unión
Al llegar, se hizo muy amigo de Eduardo Magnín, con quien compartió vivienda. El 24 de septiembre de 1989, un mes antes de cumplir 21 años, debutó como profesional. Humberto Zucarelli lo mandó a la cancha en el Coloso del Parque, ante Newell’s, en reemplazo de Gustavo Echaniz.
Pasarían casi dos años para tener una chance como titular. Fue nada menos que ante River, en el 15 de Abril, esta vez bajo las órdenes de Carlos Trullet.
Le costó ganarse un lugar. En su puesto jugaba Darío Cabrol.
Sus goles
Su primer gol lo marcó en cancha de Huracán, el 6 de julio de 1992, en la última fecha del Clausura.
Tras la venta de Cabrol a Racing, arrancó como titular la temporada 1992/93 del Nacional “B”. Perdió el puesto y lo recuperó en la fecha 25.
Marcó goles en los triunfos ante Atlético Tucumán y Central Córdoba. Por primera vez había logrado consolidarse en el primer equipo y tenía la continuidad que tanto había buscado.
“Cuando no jugaba, quería abandonar el fútbol. Le dije que no, que era buen jugador, que siguiera, que lo hiciera por sus padres. Cuando se los nombré a ellos me contestó: «Tiene razón, voy a seguir, no les puedo hacer esto»”, afirmó Luis Sauco, referente del club, quien lo dirigió en inferiores.
La Consagración
El 27 de marzo de 1993 fue titular en el clásico. A los 7 minutos de partido Marcelo Rufini recibió la pelota en el área, amagó y remató. El arquero tapó y el rebote quedó en el área, cerca del punto del penal. A Solari le quedó atrás. Tuvo que girar, incómodo, para pegarle.
La clavó en el ángulo. Salió corriendo, con los brazos en alto, y se arrodilló ante el pueblo Tatengue.
Volvió trotando hacia el círculo central y se besó su mano derecha. Lo eligieron figura del partido. Le dieron una copa. “Mire profe lo que me dieron, se la quiero llevar a mis viejos”, le dijo en el vestuario a Sauco. Sus amigos le pidieron que se quede. Picó unas empanadas y unas gaseosas y se despidió.
Accidente Fatal
En las primeras horas del domingo 28 de marzo partió hacia su Ingeniero Chanourdié natal en un Peugeot 404 de color naranja, patente S 352960. Junto a él iban Héctor Álvarez, oriundo de Reconquista (donde se bajó), Abel Ibarra y Rolando Fernández, quien conducía el auto.
La niebla en la ruta 11 fue fatal. Tres camiones chocaron entre sí a cuatro kilómetros de Avellaneda y se cruzaron en el camino donde Solari y sus amigos debían pasar minutos después.
Fernández no llegó a reaccionar y el impacto contra los otros vehículos fue terrible: los tres murieron en el acto.
Muy Querido
Sus restos fueron sepultados el lunes 29 de marzo, a las 10. La caravana había partido una hora antes desde el centro de Reconquista. La cola de autos en la ruta superó los tres kilómetros y se hizo aún más grande a medida que se acercaba a Ingeniero Chanourdié.
Allí, el féretro fue tapado con los colores rojiblancos. El 10 de abril, la familia de Solari vio como un par de colectivos paraban en la puerta de su casa. Eran hinchas de Unión que iban a alentar al equipo contra Chaco For Ever.
Bajaron para dejarle camisetas y ofrecerles su pésame.
Pasaron 24 años de su muerte, pero los familiares aún encuentran en el cementerio, y en el lugar del accidente, ofrendas. Camisetas, gorros, banderines, fotos, placas, de hinchas de Unión que se acercan para que sepan que nadie, nunca, olvidará al Indiecito.
El recuerdo de Héctor Varisco, para el amigo que murió horas después de hacerle un gol a Colón en un clásico:
“No me podían encontrar por ningún lado para avisarme, Eduardo (Magnín) se había enterado a eso de las 8 de la mañana y desde ahí me buscaba para darme la noticia, cerca del mediodía me enteré y no lo podía creer.
Nos juntamos en el Hotel Zabaleta, donde concentrábamos, y en colectivo fuimos a despedirlo. Pude verlo cuando lo velaban y mirarlo a los ojos, le dije algo que quedará siempre en mi intimidad… Verlo ahí, era increíble… ¡Estaba tan feliz en el vestuario! El festejó el gol mirando al cielo, a lo mejor ése era su destino… Por mucho tiempo estuve enojado con él porque no quiso quedarse a festejar con nosotros.
Estuve enojado conmigo mismo por no poderlo convencer de que no se vaya a su pueblo esa noche y saliéramos juntos, fue un enojo raro. Por mucho tiempo me culpé de lo que pasó porque entendía que yo lo había dejado ir”.
De pie: Leguizamón, Catinot, Varisco, Álvarez, Fernando Brandt y Magnín. Agachados: Andrada, Llane, Dante Fernández, Hernán Solari y Ruffini. Imagen póstuma del Indio. Fue al atardecer del día previo al de su muerte, antes de un clásico donde hizo el gol de Unión.
Fotos: Archivo El Litoral. Fuente: El Litoral y Club Unión.