Son dos hectáreas donde hubo un asentamiento. Un juez les reconoció derechos y organismos provinciales analizan la personería legal.

Estos os dos pedacitos se parecen, podrían ser de una mismo cacharro», dice entusiasmada una niña mientras las arqueólogas les cuentan sobre posibles orígenes de esos materiales y los adultos de la comunidad relatan historias de la zona y sus abuelos. En tanto, la lluvia de la siesta ablanda al barro caliente del precario asentamiento en las afueras de Las Toscas, población bañada por humedales y arroyos del Jaaukanigas, sobre el río Paraná y a unos 480 kilómetros al norte de la capital santafesina. Allí familias de la comunidad qom Nala reclaman vivir en comunidad para preservar su cultura y su lengua, en el lugar que ocuparon en octubre pasado sobre dos hectáreas donde existen vestigios materiales de los pueblos originarios. Mientras tanto, la Justicia aprobó sus derechos y organismos provinciales analizan el reconocimiento legal.

«Al reclamar por la recuperación del territorio ancestral de nuestro pueblo, buscamos preservar la cultura de nuestra comunidad, la lengua y nuestra historia. Si nos quieren sacar del medio donde vivimos quedamos sin nuestro pasado, los cementerios, el barro y el agua», dice Darío Pereyra, de la comunidad qom Nala (Sol), en las afueras de Las Toscas.

Tras largos, formales y fundamentados pedidos a la Intendencia y provincia para lograr la recuperación de un territorio para la comunidad, el 7 de octubre unas 42 familias se instalaron en dos hectáreas situadas en una zona alta de las afueras de la ciudad y cercana a la laguna. En esa zona se hallan cientos de fragmentos cerámicos utilizados en el pasado por comunidades originarias del área.

«Mi abuelo Miguel Pereyra era cacique de esta zona más alta del territorio, tras las crecientes bajaban a las orillas por la caza y la pesca. Este lugar está regado de restos de cerámicas», explica Darío, quien tiene 40 años y cuando su abuelo murió era un chico de 10 años.

Mientras un patrullero vigila el lugar, que las autoridades locales hicieron alambrar para rodearlos y que no se sumen más familias y viviendas, la lluvia complica el acceso al sitio donde se levantan las muy humildes viviendas de chapa, cartón, plásticos y troncos.

En tanto, Angel, primo de Darío, sostiene: «Somos descendientes del los antiguos qom. Si se pierde este territorio, qué queda para nuestros hijos, sin la tierra se pierde la cultura y queremos crecer y organizarnos como comunidad».

«No pedimos tantas hectáreas, pero tenemos derecho a tener un lugar donde organizar la comunidad y que las familias vivan cerca y poder hablar entre nosotros la lengua, compartir la producción y la cultura. Ahora muchos están en distintas zonas de la ciudad, sin convivir», sostiene Angel.

Por su parte, el cacique Darío señala que «a tres kilómetros de aquí también hay un cementerio, los blancos lo usan para el turismo y no nos dan participación alguna. La gente va en lanchas, da la vuelta y mira; esa zona sagrada también es parte de nuestros reclamos». También remarca que «Hay también reclamos por 365 hectáreas de islas en el Jaaukanigas, pero nunca nos invitaron.Desde la comisión internacional que administra el lugar. Nunca nos identificaron por nuestro pasado».

Darío explicó que con el trabajo de antropólogos y arqueólogas se puede lograr que se acepte la personería jurídica.

Evaluación arqueológica

«A través del proyecto «La Forestal y sus Pueblos», que realizamos en la región, un amigo desde Las Toscas nos pide asesoramiento para una evaluación arqueológica de un sitio donde se había instalado una comunidad, la qom Nala, tomando las tierras. Necesitaban el asesoramiento de un equipo arqueológico porque se habían instalado aparentemente sobre un sitio indígena, por la cantidad de fragmentos cerámicos hallados en superficie», indica Cristina Pasquali, quien trabaja junto a Lara Ferré, estudiante de antropología, y Paola Milicic, de arquitectura.

«La comunidad necesita de un estudio para probar que se trataba de un sitio ancestral porque la ley nacional de patrimonio 25.743 establece concesiones de áreas que entrega el Ministerio de Cultura de la provincia».

Al pasar el tiempo, «hace dos meses fuimos al sitio e hicimos sólo una evaluación en superficie donde constatamos que la cantidad de fragmentos, en un 90 por ciento cerámicos, es alta e indica que es un sitio indígena», explica.

«Hay que plantear una estrategia metodológica, un plan de trabajo para ver el contexto de esos materiales y ver si se pueden dar un fechado al sitio», resaltó la investigadora.

La batalla legal

Juan Gómez, abogado que trabaja con las familias qom Nala, indicó que «la comunidad está en formación desde el punto de vista jurídico, pero ya un consejo interno eligió a Darío como cacique y fue reconocida como comunidad por la Mesa de Trabajo y Diálogo Político de los Pueblos Indígenas de Argentina con el Estado nacional, que sea aprobada la personería jurídica».

Resaltó que «tras años de pedido de la tierra, el intendente local los excluyó del proyecto en el que se destina ese predio tomado, para implementar un plan de viviendas. Pero el sitio tomado está planificado como una plaza, no edificable y situado en el pulmón de manzana. Luego se habló de un desalojo de las familias del lugar y se pudo frenar porque el juez interviniente reconoció a la comunidad», explica.

En mayo, un decreto presidencial (672/2016) creó al Consejo Consultivo y Participativo de los Pueblos Indígenas de la Argentina. La iniciativa, que provocó polémicas y debates entre originarios, indica que «la consulta es el derecho de los pueblos indígenas u originarios de poder intervenir de forma previa sobre las medidas legislativas o administrativas que afecten directamente sus derechos colectivos, sobre su existencia física, identidad cultural, calidad de vida o desarrollo», añadió Gómez.

«En la provincia habitan 63 comunidades, entre qom, mocoví, mapuches y kolla, que se reconocen como originarias. De ellas, son 40 las inscriptas en registros oficiales», dijo Ivana Camoletto, coordinadora de Instituto Provincial de Aborígenes Santafesinos (Ipas).

Sobre la comunidad qom Nala, dijo que la ocupación del terreno «nació de una necesidad habitacional especifica de un grupo que se desprende de su comunidad y se asienta en un territorio, donde el gobierno local tiene previsto un plan de vivienda. Hay que estudiar, en función de estos hallazgos y relatos, si son mocoví o qom, entre otros, para pensar en clave histórica».

Agregó que desde su oficina, fueron «un par de veces a ver el sitio. La personería está en trámite, es un proceso largo. Ellos piden disponer de un terreno para preservar su identidad. También hay que consultar a las otras comunidades de Las Toscas», indicó la coordinadora de la dependencia del Ministerio de Desarrollo Social del gobierno santafesino.

En esta oficina, remarcó, «reconocemos a las organizaciones preexistentes al Estado argentino, no como simples asociaciones, como ocurre en otras provincias y la misma Nación». En ese sentido explica que «la comprobación permite una mayor justicia».

Agregó que entre los requisitos que pide la ley 11.078, se halla «una narrativa con la reconstrucción histórica de sus orígenes y cómo se reconocen como comunidad, ubicación de sus líderes, su territorio, quiénes integran al grupo y la identificación con el nombre».

 

Por Alfredo Montenegro – Especial para LaCapital

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