Tras compartir la semana anual de formación el obispo Ángel José Macín, junto a todos los sacerdotes de la diócesis de Reconquista emitieron un comunicado reflexionando sobre el momento que vive el país.
Compartimos íntegramente el texto del documento. Además, escuchá la palabra de Monseñor Macín.
“En esta hora de la patria, esperanza y compromiso”
Mensaje al Pueblo de Dios del Presbiterio y el Obispo de la Diócesis de Reconquista
6 de septiembre de 2019
1.- Los sacerdotes de la diócesis de Reconquista, junto a nuestro Obispo, reunidos en la Semana Anual de Formación, nos dejamos interpelar por la voz de nuestro pueblo que en este tiempo vive una página difícil de su historia, y por la voz de Dios que nos envía a este mismo pueblo para ayudar a discernir los signos de su presencia y a caminar junto a él animando la esperanza.
2.- La esperanza cristiana no es ilusión o mera expresión de deseos. Se funda en la Resurrección de Jesucristo, vencedor del pecado, el mal y la muerte. Jesucristo venció el mal por la fuerza de su amor, de su vida entregada para hacer el bien a todos (Hch 10, 38), incluso a sus verdugos (Lc 23, 34). Él es el rostro, el corazón y las manos del Padre (Jn 14, 9) ofreciendo a todos su misericordia, reintegrándonos en nuestra dignidad de hijos de Dios. En Él encontramos la inspiración y la fuerza para salir de esta crisis tan profunda que, trascendiendo lo económico, envuelve también el orden político, la vida social, la dimensión ecológica y hasta el mismo estilo de vida de la Nación.
3.- A partir de la fe en Jesucristo, necesitamos recrear juntos las fuentes de la esperanza que nos impulsa a mirar más allá de las circunstancias que hoy vivimos. Una fuente es tener memoria de nuestras propias crisis y del espíritu con que nos hicimos cargo de ellas: ¡Nosotros somos la crisis y la tenemos que atravesar y superar! Otra fuente es la que surge del encuentro, del caminar juntos, de construir puentes y no muros de enfrentamientos, de una cadena de manos que se unen aún en las diferencias. Con varios colores vamos a levantar una bandera donde venceremos todos, venceremos con la unidad todo acecho de enfrentamiento y división.
4.- La tarea es inmensa: hay que recrear la justicia, la honestidad de ciudadanos y dirigentes, el entramado social, el respeto a las instituciones democráticas, la política como servicio al bien común, el sentido de la responsabilidad y del trabajo, el destino social de los bienes, el respeto a la vida y a la dignidad de toda persona, la veracidad en la información. Para ello hay que desterrar de la vida pública y privada la corrupción, la violencia, la mentira, el egoísmo, la búsqueda de privilegios, los fanatismos, la indiferencia… y tantos otros males fuertemente enquistados.
5.- La tarea es inmensa pero no imposible: empieza por nosotros mismos, sabiéndonos corresponsables y actores de nuevas actitudes, que hemos de mantener con coherencia en la vida cotidiana. Y así contagiar a otros, viendo que este camino sana heridas, restaura vínculos, genera esperanza, construye futuro.
6.- El Evangelio nos enseña a mirar desde los pobres, los pequeños, los débiles, los excluidos. Si generamos una cultura, un modo de entender la vida, la sociedad y la patria que privilegia a los débiles, creceremos en humanidad e iremos encontrando los caminos de una convivencia social justa y plena.
7.- “Dado que la crisis afecta a los vínculos sociales, se hace necesario que, con imaginación y creatividad, todos participemos en recomponerlos, sea en la familia, el barrio, el municipio, el trabajo o la profesión. Hoy la Patria requiere algo inédito. Dondequiera que estemos podemos hacer algo para generar mayor comunión. Nosotros mismos, como ministros de reconciliación, unidad y comunión, nos comprometemos a intensificar nuestro trabajo en la reconstrucción de esos vínculos”, siendo cercanos a los que más sufren en esta crisis (CEA, “Hoy la Patria requiere algo inédito”, nº 12).
8.- Ante lo arduo del desafío, junto a María, mujer de esperanza, y animados por la fuerza del Espíritu Santo, tenemos presente las palabras de Jesús: “No teman (cf Mt 10, 26). Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20).