Dos expertos advierten que en esta época del año los alevines se refugian en riachos y lagunas que están secos o con muy poca agua. Corrientes y Chaco ya declararon la veda total de la pesca pero Santa Fe no.
En la laguna Setúbal se puede observar peces muertos en la orilla y muchos quedan varados en las zonas en las que hay poca profundidad.
En la laguna Setúbal se puede observar peces muertos en la orilla y muchos quedan varados en las zonas en las que hay poca profundidad.
La prolongada bajante del río Paraná genera problemas ambientales que, combinados con algunas prácticas productivas, pueden tensionar al máximo el equilibrio natural de las poblaciones de peces que habitan el largo río marrón. Así lo advirtieron expertos que desde hace años trabajan sobre el tema, que pidieron mayores controles y mejores estrategias al gobierno provincial para minimizar los daños a futuro.
Esta bajante (que ocurre en una época del año que debería coincidir con el pico de creciente) altera el ciclo reproductivo de los peces. Pero mientras varias provincias de la cuenca como Corrientes, Chaco y Misiones ya lanzaron vedas ajustadas a la coyuntura, Santa Fe todavía no avanzó con nada en ese sentido.
“Es importante ajustar las normativas junto a las otras provincias que comparten la cuenca del Paraná para mejorar el cuidado del recurso, ya sea el surubí en el norte de la provincia o el sábalo en el centro sur”, resumió Alejandro Larriera, docente de la UNL y ex funcionario del ministerio de Ambiente de Santa Fe.
Para que el ciclo reproductivo se cumpla debe haber buenos caudales de agua para que los huevos y larvas desovadas “ingresen a lagunas y arroyos.
Adolfo Espíndola, integrante del Consejo Provincial Pesquero, dijo que “en Santa Fe y en Entre Ríos la pesca comercial está exceptuada de la cuarentena y son las dos provincias que exportan pescado. Habría que decretar la veda exceptuando la pesca de subsistencia, a los que pescan para comer”.
Ciclos alterados
Larriera explicó que, además de por su magnitud y extensión, la bajante también es excepcional por el momento del año en el que ocurre, ya que el otoño suele ser el pico de creciente. “Es cuando los alevines de sábalo y el surubí buscan salir del cauce para refugiarse en lagunas o arroyos internos, que en muchos casos ahora están secos”, dijo el experto.
Más que los pescadores artesanales, lo que debe controlarse con rigurosidad es el trabajo de los grandes frigoríficos que exportan pescado en Santa Fe y Entre Ríos.
Más que los pescadores artesanales, lo que debe controlarse con rigurosidad es el trabajo de los grandes frigoríficos que exportan pescado en Santa Fe y Entre Ríos.
Adolfo Espíndola, que es integrante del Consejo Provincial Pesquero, explicó que para que el ciclo reproductivo se cumpla debe haber buenos caudales de agua para que los huevos y larvas desovadas “ingresen a lagunas y arroyos” donde encontrarán refugio y alimentación. “Si el río no está crecido no hay puertas de ingreso y se pierden en el Paraná”.
«Claramente el recurso tiene que ser administrado para evitar abusos, hay que revisar los esquemas comerciales del sábalo y la pesca comercial y deportiva del surubí», advierte Larriera.
Se trata de una fase clave que, según el especialista, ya resultó afectada la temporada pasada también, por lo que se suman dos períodos de bajante consecutiva. “El recurso queda muy vulnerables al no haber agua”, insistió el especialista.
Coordinación y controles
Para Larriera, la situación de la fauna íctica genera preocupación por la bajante del Paraná, con matices según la zona geográfica. “Claramente el recurso tiene que ser administrado para evitar abusos, hay que revisar los esquemas comerciales del sábalo y la pesca comercial y deportiva del surubí, mejorar los controles y garantizar una mayor presencia de los organismos de control”, señaló.
En el centro sur provincial, la explotación más fuerte es sobre el sábalo, por lejos la especie más pescada. Si bien la propia bajante no permite que los pescadores accedan con facilidad al sistema de riachos y lagunas ubicados islas adentro, es importante que “se administre el recurso” por la condición de fragilidad que genera el menor caudal de agua.
En el caso del surubí, recordó que ya se acumularon al menos dos períodos sin desove, y que si a eso se le suma la presión de la pesca comercial y la llegada del frío.
En el norte de Santa Fe, la mirada está puesta en el surubí, una especie muy significativa tanto desde lo comercial como desde lo recreativo. En este caso, Larriera mencionó que Corrientes y Chaco ya impusieron una veda total, algo que aún no ocurrió en Santa Fe. “Sería importante unificar criterios para poder hacer un manejo de cuenca del recurso. Santa Fe tendría que avanzar en el mismo sentido que las otras provincias”, recomendó.
Un recurso en estado de fragilidad
Espíndola recordó que por el momento en Santa Fe está permitida la pesca comercial, lo que a su juicio genera “un impacto negativo tremendo”. “Si a esto le sumamos que entramos en la temporada de temperaturas más bajas, al haber poca agua muchos peces morirán por falta de oxígeno. Por donde miremos el impacto es negativo”, advirtió.
El especialista agregó que los peces con escamas como el sábalo “son los más sufridos”, mientras que otros como el patí o el manguruyú por su condición “buscan profundidad y sobreviven mejor”. En el caso del surubí, recordó que ya se acumularon al menos dos períodos sin desove, y que si a eso se le suma la presión de la pesca comercial y la llegada del frío “el impacto se va a notar”.
Fuente – Aire de Santa Fe