Ante el largo conflicto colectivo que desde el mes de febrero vienen atravesando los trabajadores y trabajadoras de la empresa Algodonera Avellaneda SA del grupo Vicentin, sus directivos -lejos de buscar una solución a los reclamos de sus dependientes-, pretenden a través de sus mandaderos esconder o disimular lo que es ni más ni menos que un reclamo obrero por mejores salarios y condiciones de trabajo.
Intentan instalar, con la complicidad de otras patronales de la zona, que el problema es que “los trabajadores elijan libremente su convenio colectivo de trabajo”. Pero no se trata de un problema de encuadramiento, porque eso no es lo que los inquieta. Muy por el contrario, su queja evidencia su preocupación y su temor ante la decisión de los trabajadores y trabajadoras de avanzar en sus reclamos por un salario digno.
Desconociendo el artículo 14 Bis de la Constitución Nacional, acostumbrados a obrar fuera de la ley, este sector político que se juntó en la Sociedad Rural de Reconquista, identificado con el macrismo y por sobre todas las cosas con el sector más pudiente de la sociedad, lo que reclama es que se les prohíba a los obreros el derecho a la libre organización, que se organicen para cobrar un salario que les permita cubrir las necesidades básicas de sus familias y que reclamen por condiciones de seguridad dentro de las fábricas.
Como en las épocas más oscuras de este país, son los mismos que vuelven a exigir que se callen las voces obreras que reclaman que no alcanza para comer, ni para enviar a sus hijos a estudiar, ni ninguno de los otros derechos, como vivienda digna, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y previsión, que deben estar garantizados por el salario tal cual lo plantean el artículo 14 bis de la Constitución Nacional y el artículo 116 de la Ley de Contrato de Trabajo.
El problema no es qué convenio colectivo se aplica. Los trabajadores de la Algodonera Avellaneda del Grupo Vicentin fueron abandonados por la empresa, que pretende manejar los sindicatos como una oficina más de recursos humanos. Pero se han encontrado con el Sindicato Aceitero y Desmotador de Reconquista, que pelea por sus derechos.
La solución a este conflicto es sencilla: la empresa no puede seguir pagando salarios que rondan entre 20 y 25 mil pesos mensuales, y que hunden a los trabajadores en una situación de pobreza. A diferencia del resto del grupo Vicentin, los obreros y obreras de Algodonera Avellaneda son pobres, aún trabajando sábados, domingos y feriados, rotando mañana, tarde y noche; pero se han decidido a dejar de serlo y para ello se han organizado.
Claramente, para el poder económico de la región esos trabajadores son un mal ejemplo, y temen que este despertar siembre un ejemplo que sea imitado por otros y otras. Esperamos que sea así, que nadie acepte nunca más vender su fuerza de trabajo por salarios de hambre, que sepan que pueden exigir el cumplimiento del 14 bis de la Constitución Nacional, que garantiza a todas las personas que trabajan un salario digno, y el derecho a organizarse sindicalmente de manera libre y democrática, en el sindicato que elijan ellos y no las patronales.
Sindicato de Obreros y Empleados Aceiteros y Desmotadores de Algodón de los Departamentos General Obligado y San Javier