Este Miércoles de Ceniza se da comienzo al tiempo de Cuaresma que nos prepara a vivir la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor en la Semana Santa.
Estos días el Papa Francisco nos ha dado a conocer una carta para que reflexionemos en este tiempo cuaresmal. En estos próximos días la publicaremos en esta página.
Hoy queremos compartir que nos decía el Papa Pablo VI en la cuaresma del año 1973. Esto es parte de su reflexión
La Cuaresma es tiempo de sacrificio y de penitencia; pero es también tiempo de comunión y de solidaridad. ¿Será necesario decir algo más para subrayar su importancia?
Escuchemos la exhortación del profeta Isaías, que se lee en la liturgia de Cuaresma: «El ayuno que yo quiero es este: … partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu propia carne» (Is 58, 6-7). Estas exhortaciones resuenan como un eco en las preocupaciones del mundo de hoy; cada individuo está llamado a participar en los sufrimientos y en las desdichas de todos. La limosna y la entrega de sí mismo no han de ser actos aislados, ocasionales, sino expresión de la unión fraterna.
Nuestro tiempo es profundamente consciente de la necesidad de asumir una responsabilidad colectiva frente a los males que aquejan a la humanidad. Sólo dando una respuesta a esta exigencia, podrán ser superados esos males. La Cuaresma reclama la atención de los fieles contra toda forma de despilfarro, estimulándolos a unirse en un esfuerzo común. La restauración de todas las cosas en Cristo tiene una relación íntima con el espíritu de la Cuaresma. Cristo mismo nos hará ver un día la importancia de la ayuda que hayamos prestado a nuestros hermanos: «Tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; estaba desnudo y me vestisteis» (Mt 25, 35-36).