Sobre finales de abril de 2003, la típica tranquilidad de la ciudad de Santa Fe se vio alterada por el inesperado desborde de un río que suele mostrarse como indefenso y poco caudaloso.

Las intensas lluvias que en los días previos habían azotado a las poblaciones del centro y norte provincial, hicieron que el agua decante en gran cantidad en un Salado que descargó toda su furia en la Capital de la Bota.

El 29 de abril, el drama se tornó general e inocultable, la ciudad cordial se convirtió en una masa hídrica que no encontraba escapatoria. La desesperación masiva fue traduciéndose en desesperanza; poco a poco mucha gente vio como el fruto del trabajo de toda una vida se iba con ese marrón e impiadoso líquido, y otros perecieron sin dejar rastro alguno.

Tal acontecimiento mostró las dos caras de una misma moneda; por un lado el de la solidaridad de un importante número de personas que ostentaban conductas loables en pos de ayudar a un prójimo envuelto en el mismo drama; y por el otro, el de ancianos que no querían abandonar sus escasas pertenencias por temor al saqueo de las siempre presentes y oportunistas pirañas humanas.

Este panorama desolador estuvo en concordancia con un poder político ausente e irresponsable que hasta el día de hoy se esconde en la impunidad que le brindan los fueros.

Pero el fútbol no estuvo exento de esta problemática. Al mismo tiempo que reflejaban el profundo dolor del pueblo, los noticieros mostraban, casi como una curiosidad, como el avance del agua hacía mella de una manera increíble en el estadio de Colón.

La Institución Sabalera estuvo más expuesta que otras del mismo rubro por su cercanía al Río Salado. Las inundaciones fueron históricamente una constante en la vida de un club que forma parte de uno de los barrios más populosos y postergados de la ciudad, sin embargo, sorprendió que lo haya impactado de tal magnitud en épocas de súper profesionalismo.

El agua que finalmente se escurrió dejando atrás penas y ausencias, pudo permitir de que Colón pueda resurgir gracias al mancomunado trabajo de quienes integraban su familia.

Como un impulso que deja enseñanzas, el «Negro» pudo volver a jugar como local el 2 de junio siguiente, venciendo a Gimnasia de La Plata por 2 a 0, resultado que fue clave para la clasificación a la Copa Sudamericana conseguida por primera vez en su historia, y para brindar un poco de alegría que le aportó un final feliz a un pueblo sufriente que encuentra en el fútbol su único momento de gozo.

 

Fuente: El Preliminar Radio

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