Mediante un extenso comunicado, ATE Reconquista planteó la situación por la que atraviesa el Hospital Regional y exige de manera urgente una mesa de diálogo y consenso.
«Desde ATE SECCIONAL RECONQUISTA sostenemos que el Estado es el único que puede resguardar la salud en su dimensión de derecho. En base a esta concepción venimos visibilizando y haciendo propuestas (nunca escuchadas) desde que asumió este gobierno, sobre las enormes dificultades que viene teniendo la gestión del ministerio de salud provincial en la región, pero en particular en el Hospital Central de Reconquista. Primero fue una carta en mano al fugaz ministro Parola sobre la realidad del nosocomio; después armando una intersindical para que la Asociación Gremial Médica del departamento Gral. Obligado no se hiciera cargo de la facturación del hospital (entendiendo que hay trabajadores en la institución calificados para eso); luego en medio de la pandemia reclamando sobre la falta de equipos de protección para el personal; y por último con una asamblea multitudinaria en la entrada sur del hospital en contra de la persecución, maltrato, desmanejo y falta de gestión del departamento de enfermería del efector de mayor complejidad de la región.
Entendemos como SINDICATO que siempre los trabajadores de salud son la esencialidad del sistema de salud, pero hoy más que nunca. Podemos tener un hospital de última generación. Podemos tener mil respiradores y hasta la última tecnología. Pero sin los trabajadores cada tecnología es una máquina inerte y no podría funcionar, y menos se podría llevar adelante una política de cuidado y protección de la salud.
A la mirada privatista y de fragmentación regional que se viene proponiendo como política sanitaria en la región, se le complementan decisiones tardías y a destiempo, y siempre corriendo detrás de los problemas. Esto nos hace ver lo enormemente lejos que está ésta gestión de salud local de poder hilvanar una política integral e integrada que garantice derechos y accesibilidad de los ciudadanos del norte santafesino a los servicios de salud, y además cuidar a sus trabajadores. La frutilla del postre, que tiene correlato con todo lo que se viene haciendo desde la administración, fue cuando figuras representativas que toman todas las decisiones en salud pública en el norte santafesino, prefirieron irse a atender a 500 kilómetros en un efector privado a quedarse en nuestro hospital público. Trayendo viejas reminiscencias neoliberales de los años 90, de que lo privado es mejor que lo público. Les decimos que esto tiene incidencia directa en la población. Y así está sucediendo.
Y como cuña en todo esto y siendo funcional a las administraciones de turno, tenemos medios de comunicación silenciados y otros que lejos de visibilizar el real panorama de la situación, se dedican a bombardear sin tener en cuenta los daños colaterales, perjudicando a aquellos que dejan el cuero, la salud y hasta la vida en la primera línea de cuidado.
A esta situación sanitaria general, y del hospital en particular, podemos agregarle:
• la inexistencia de diálogo con los trabajadores de salud,
• decisiones unilaterales desde la hegemonía médica,
• la falta de organización de la demanda,
• la falta de gestión para sumar a tiempo personal para que no siga trabajando siempre el mismo y termine agotado como ahora,
• una articulación con el privado en desmedro de lo público, lo cual muestra una vez más un lugar de debilidad estructural en la complementación entre lo privado y lo público, en donde sigue la situación de solidaridad invertida donde el pobre (lo público) financia al rico (lo privado),
• la incorporación de personal a través de contratos covid19 precarizados y por debajo del salario actual, sin consultar a los gremios,
• la ineficaz e ineficiente sistematización y logística entre hospital-región salud de la campaña de vacunación covid19 para que haya un seguimiento lógico de los grupos de riesgo, entre otras cosas.
En este contexto, hoy nos encontramos con trabajadores de la salud (sobre todo aquellos más escasos como enfermería) extenuados, arrasados, desgastados no sólo por la exigencia de la pandemia, sino por una gestión que no los cuida, no los protege, no los contiene y menos los escucha. Falta a la verdad el director del hospital cuando dice que los trabajadores eligieron aumentar sus horas de trabajo. No les quedó otra. Además, no es nada fácil trabajar con la incertidumbre de poder contagiarte y así llevar el virus a tu casa y contagiar a los suyos. Tampoco es fácil soportar la muerte. Esa que hoy apabulla por su repetición, más allá de los cuidados que cada trabajador de la salud realiza profesionalmente en la cotidianidad.
Si todavía algo sigue en pie en este desmadre, es porque los únicos que terminan organizando las acciones y poniendo sus hombros maltrechos en muchas decisiones, son los trabajadores de la salud. Y aun así con sus cuerpos abatidos, cansados, extenuados, vapuleados por la tarea inmensa de cuidar al otro que llega sufriendo, lejos de correrse, se apersonan y sostienen una práctica comprometida, ética y digna en todos los niveles de atención de la red sanitaria de la región. Desde UTI y sus interminables horas de cuidado, desde cada guardia, hasta la internación pediátrica y de adultos, pasando también por los centros de salud de todo el territorio del norte santafesino. No son héroes, ni son invencibles. Son personas que hacen su trabajo e intentan hacerlo de la mejor manera posible en todo momento, y en este momento particular.
Ni la apatía de los gestores de turno, ni la perplejidad de la apabullante demanda que existe hoy, los han doblegado. Pero sería importante e imperioso que los que deciden en salud, por una vez miren para éste lado. Sostenemos que ahí en esos cuerpos, en la dignidad de esos cuerpos de los trabajadores de salud, está la esperanza de algún día poder terminar con el olvido crónico y sistemático de la administración central provincial al norte santafesino, y así poder gestar otros escenarios posibles. Menos avarientos, menos codiciosos. Y más solidarios, más colectivos.
Por todo lo dicho, exigimos urgente una mesa de diálogo y consenso gremial en el Hospital Central de Reconquista, para poder pensar entre todos, una política más acorde a las necesidades de nuestra población y de los trabajadores de salud».