La historia surge en uno de los barrios más humildes de Reconquista, Guadalupe Sur, donde la mayoría de las familias no tiene un trabajo fijo y susbsisten gracias a las changas que puedan conseguir diariamente.
Esta es la historia de Belén, quien junto con su marido, una vez que cobraron el Ingreso Familiar de Emergencia decidieron invertir ese dinero y poner un kiosco. “Para nosotros fue una gran idea. Vimos ahora que nos redituó más que si lo hubiéramos cobrado todo y ocupado en otra cosa”, señaló la joven Belén Palacios.
Un humilde kiosco instalado con el IFE (en la vivienda prestada) genera en la familia la posibilidad de estar ocupados todo el día y de poder “invertir la poca plata que va entrando producto de lo que vendemos. Comenzamos con algunas golosinas y cosas muy sencillas y hoy ya anexamos algunas cosas más, sé que no podemos sacar mucha diferencia porque vivimos en un barrio muy humilde donde la poca gente que tenía changas la ha perdido o el trabajo que encuentran es muy poco”.
La familia tiene tres hijos, y es un joven matrimonio que además del kiosco hacen “delivery” para repartir milanesas para una carnicería de la ciudad de Avellaneda.
Respecto del sueño como familia, Belén comentó a Agencia eu! que “lo que queremos es tener nuestra propia casa. Con las ganancias del kiosco reponemos la mercadería y además vamos comprando dos o tres ladrillos por día para poder construirla un poco más adelante. Tarde o temprano vamos a lograr ese sueño”, señaló.
Dado que viven en un barrio muy humilde, el matrimonio decidió invertir ese dinero del IFE en mercadería sencilla “para un barrio que tiene muy pocos recursos. La gente viene y compra lo justo y necesario, a veces no podemos vender un kilo de yerba y le vendemos lo que podemos, a veces la gente no tiene ni para el azúcar de todos los días”, comentó.