Quedó ciega a los 12 años como consecuencia de un cáncer ocular con el cual se encontró a los 11 meses de vida y el que la llevó a varias operaciones y tratamientos. Esa enfermedad con el nombre Retinoblastoma bilateral fue la que al principio le quitó la luz, la dejó en total oscuridad, pero luego encontró en el apoyo de su familia y el deporte, un refugio para salir y continuar brillando.

Lourdes tiene 17 años, hace más de 4 que convive con la ceguera, mismo tiempo que practica deportes como el golf, bala y atletismo. En su visita a Radio Amanecer confesó que quedarse ciega fue lo más duro que le sucedió, al principio le costó aceptarlo, pero entendió que la vida sigue y aunque esta sería con más obstáculos, siempre confió.

No obstante, agradece que está viva y que puede, con ayuda de las buenas personas que la rodean, continuar adelante en el camino de superación. Y es que esta joven atleta no vidente se entrenó entre camas de hospitales, sanatorios, clínicas, donde convivió con otros niños que sufrían su misma enfermedad. La camaradería la aprendió allí, con las familias que luchaban día a día contra el cáncer, a algunas tuvo que despedir, con dolor, se sentían parte, eran parte, eran un equipo de pequeños luchadores por la vida.

Por lo vivido a su corta edad, Lourdes hoy sonríe, agradece y comunica que detrás de una discapacidad hay más, es eso lo que quiere contar en su historia para hacer valer la discapacidad.

 Detrás de una discapacidad hay otras capacidades desarrolladas

Lourdes no nació ciega por lo que pudo conocer los colores, las formas, las caras de sus más cercanos. Pero a los 12 meses de vida perdió un ojo y 11 años más tarde, la visión total. A pesar que fue diagnosticada a los pocos meses de nacida con este final anunciado, su mamá sufrió cuando llego ese día, en el que su niña dejó de ver. No recibieron ayuda psicológica, tampoco la solicitaron ni la querían, encontraron en Dios el abrazo para continuar y en él depositaron toda su confianza.

Luego, en la escuela, fue mirada con fé por los ojos de un profesor de Educación Física que la incentivó a practicar deportes, precisamente bala y carreras de 100 metros. En él también confiaron y fue así que llegó a los juegos Evita, representando al norte de Santa Fe, cosechando varias medallas.

En los viajes que realizó para poder competir, aprendió más de la disciplina y puso nuevamente en cada competencia lo que ya conocía del trabajo en equipo, de la lucha por una meta. Lo que no sabía era estar sola, manejarse sola, desenvolverse sola, nunca había viajado sin el acompañamiento de su mamá. Pero una vez más, el valor de la confianza se presentaba y ella sabía muy bien acerca de ese tesoro “del que confíen en vos, te den su confianza, te entreguen su confianza, te abracen para darte, compartirte confianza”, por lo que su mochila estaba llena con esta y fue la que le permitió animarse a conquistar nuevos triunfos. No fueron solo medallas y primeros puestos, fue también independencia, crecimiento y más fortaleza. Su madre con miedos dejó que Lourdes viaje sola y se llevó la grata sorpresa de que su campeona una vez más pudo.

La protagonista de esta historia compartió que aprendió mucho en la escuela Integradora, a cómo manejar el bastón, pero más sobre eso, lo aprendió en la escuela de la vida. Se define como tímida, cerrada, le cuesta hacer amigos, sin embargo, tiene muchos compañeros que se hizo en cada viaje, compitiendo y con quienes se volverá a encontrar este septiembre en Mar del Plata.

El deporte como bastón de vida

Como se conoce, cada persona que presenta una discapacidad visual tiene como herramienta guía un bastón, este se suele ver en 3 combinaciones de colores, según el grado de discapacidad visual. Lourdes debería utilizar el blanco que es para las personas ciegas. Actualmente cuenta con uno, pero no lo lleva consigo debido a que esta gastado y necesita cambiarlo. La obra social no le entregará uno nuevo porque absorbe parte de los costos de la próxima operación que se tiene que realizar.

Para sobrellevar sus días sin esta importante herramienta de guía, la fuerte atleta decidió volcarse al deporte y lo utiliza como su bastón de vida. Como mencionamos más arriba en la nota, Lourdes es muy agradecida. Y extendió ese sentimiento a Gisela, su profesora integradora, quien tiene la difícil tarea de alargar tanto sus piernas como la de su alumna, ya que corre con ella a la par, para marcarle en camino en cada carrera.

El bastón de Lourdes no es blanco, ni verde, es de todos los colores y formas que tiene el deporte. Y lo empezó a utilizar hace 4 años cuando perdió la visión por completo. “La actividad física fue lo que me ayudo a salir del pozo. Hoy quiero demostrar a otras personas que sufren esta discapacidad u alguna, que se puede”, comparte esta gran corredora.

Muchos más retos por delante

Desde que nació vivió superando obstáculos. Cuando creía que no había más, estos seguían sorprendiéndola. Algunos se los puso ella, en cada competencia, esos eran los positivos, los que la motivaban. Otros, se los puso la vida, pero a estos también los superó con la misma energía.

Lourdes es oriunda de Calchaquí. Al no contar con una buena escuela integradora, se mudó para Avellaneda donde realizó toda la primaria. Al crecer, eligió para su “secundaria” la Escuela Comercio de Reconquista. Estos cambios fueron difíciles para toda la familia, tuvieron que mudarse y conseguir donde vivir. Primero se encontraban bien en una casa, luego se les venció el alquiler y no pudieron renovar por lo que alquilaron una habitación de Hotel. En esas cuatro paredes viven Lourdes, su mamá y sus dos hermanos, hace varios meses. Ahora se les presenta un nuevo problema, desde el lugar les solicitan dejar la habitación. Están buscando un nuevo hogar, no lo consiguen. Las opciones se le reducen a una, irse a Tartagal a vivir con el padre.

No es su camino preferido, debido a que tendrá que dejar nuevamente la escuela y con ella el acceso al deporte.

Ahora, repasemos la nota

Lourdes tiene una discapacidad, es ciega. Tiene el gran acompañamiento de sus hermanos y de su mamá. Tiene el abrazo de Dios que lo siente todos los días y es el que muchas veces le da más fuerzas. Tiene la confianza y fe de sus profesores. Y tiene un sueño muy próximo, poder llegar a Mar del Plata para competir este 14 de septiembre en los Juegos nacionales Evita.

Lourdes no tiene una casa donde vivir. No tiene un bastón para su discapacidad. No tiene una pensión. No tiene una mochila donde llevar sus pertenencias en cada competencia.

Lourdes no quiere ser reconocida ni ser mirada con “pena”. Lourdes quiere transmitir que las personas con discapacidad son más de lo que todos ven. Quiere con su historia, hacer valer la Ley de discapacidad que no se cumple. Quiere que no le corten su vínculo con los deportes. Quiere darle fuerzas a todos para que cumplan sus sueños, como ella lo hace, día a día, enfrentando los obstáculos en completa oscuridad.

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