Se estima que más de 100.000 mil personas padecen esta enfermedad neurodegenerativa en Argentina.
Muchas veces el prejuicio de que todas las personas mayores tienen dificultad para movilizarse o moverse llevan a demorar la consulta médica. Entre las causas que producen esta dificultad, se encuentra la enfermedad de Parkinson, de la cual cada 11 de abril se conmemora el día mundial.
Se estima que más de 100.000 mil personas padecen esta enfermedad neurodegenerativa en Argentina. Su incidencia va en aumento y algunos estudios indican que podría duplicarse en los próximos 20 años.
El Dr. Hugo Valderrama -médico neurólogo, Máster en Neurociencias, Mat. 5010- aportó datos precisos para posibilitar la detección temprana.
– Muchas veces se observa una similitud entre el intento de caminar de un pequeño que está aprendiendo y aquellas personas mayores que tienen problemas para trasladarse y mantener el equilibrio ¿Tienen alguna relación?
-Sí, se puede establecer una relación. En el niño las redes neuronales de la planificación y coordinación de la marcha se van conectando progresivamente y haciendo más eficientes, en cambio en las personas mayores que padecen determinadas patologías, se van perdiendo.
El bebé aprende a mantener erguida la cabeza y el tronco, luego gatea y comienza a probar caminar. Primero lo hace con los pies separados, a pasos cortos y sosteniéndose de las cosas. Alrededor de los 6 años termina de hacer los ajustes finos en la marcha y optimiza reflejos. Por lo cual ya a esa edad, frente a un tropiezo puede acomodar su cuerpo en milisegundos, para balancearse y evitar la caída, o protegerse de la mejor manera rotando y usando sus brazos, al igual que lo hace un adulto sano.
En el 15% de las personas mayores a 65 años y el 45% arriba de los 80, las neuronas involucradas se deterioran y el proceso se invierte. Primero se pierde la capacidad refleja, frente a un tropiezo caerá con poca o ninguna reacción de protección. Luego puede agregar progresivamente la pérdida de coordinación de la marcha y el equilibrio. De manera automática inconsciente comienzan a separarse cada vez más los pies (aumento de base de sustentación) y hacer pasos más cortos, con lo que se intenta disminuir el grado de complejidad y poder continuar caminando.
– ¿Entre las patologías que pueden producir estos trastornos se encuentra la enfermedad de Parkinson?
-Sí, así es. En el Parkinson la planificación de órdenes desde las neuronas a los músculos empieza a perder su coordinación, al punto de poder llegar a provocar lo que se llama «freezing» (congelado en inglés), cuando la persona que esta dando pasos queda quieta, como si no supiera qué tiene que hacer para seguir caminando.
Existen otras patologías que producen síntomas similares al Parkinson denominadas «Parkinsonismos», que comparten la afectación de distintos sectores neuronales involucrados en el proceso motor y de movilidad del ser humano. Entre ellas, daño de pequeñas arterias del cerebro por diferentes causas.
– ¿Todas las personas que tienen problemas para caminar y del equilibrio s porque tienen Parkinson?
– No, existen múltiples causas. Los procesos neurodegenerativos como la enfermedad de Parkinson y parkinsonismos se encuentran entre los más frecuentes. Pero una persona mayor puede tener afectadas las redes neuronales del equilibrio y no tener los otros síntomas, que forman parte de los criterios necesarios para determinar Parkinson. Por el contrario, puede padecer de Parkinson pero sin haber avanzado lo suficiente, como para presentar trastornos de la marcha evidentes.
– ¿Qué otros síntomas se presentan en el Parkinson?
– Lentitud, rigidez y temblor son los tres más característicos. A veces se presentan otros síntomas asociados, como depresión, alteraciones cognitivas, insomnio, alteraciones en el olfato, constipación, inclusive antes del temblor o la lentitud.
– ¿Tiene cura y si no, cómo se la puede contrarrestar?
– Actualmente no es una patología curable, pero sí tratable, tanto con tratamiento no farmacológico que siempre debe estar presente, como con tratamiento farmacológico. Y existen también posibilidades quirúrgicas para casos determinados.
– ¿Cuál es el tratamiento no farmacológico?
– Principalmente diferentes formas de ejercicio físico de forma diaria, adaptados a los estadios evolutivos, por cuenta propia y/o asistido. Además asesoría evolutiva sobre las estrategias de autonomía y cuidado, terapia psicológica en aquellos que lo requieran y mantener hábitos para un cerebro saludable.
– ¿También el ejercicio físico y los hábitos para un cerebro saludable ayudan a prevenir esta enfermedad?
– Efectivamente. Realizar ejercicio aeróbico al menos 20 minutos de forma diaria, combinando los que requieran estímulo de reflejos y equilibrio, como ser distintas formas de baile, tenis, fútbol, aeróbic o acuarobic, etc., sumado a una nutrición saludable, dormir correctamente, mantener nuestras funciones mentales con pequeños y variados objetivos, y una vida social saludable.
Fuente: El Litoral.