Eduardo Velázquez, vecino del barrio Ñu Porá, compartió su inspiradora historia como pintor. Desde el año 2000, ha transformado su pasión por el arte en una forma de vida, plasmando momentos cotidianos en cuadros impresionistas.
«Pinto desde que comencé la escuela de Arte. No pude terminarla por razones laborales, pero siempre me mantuve cerca del arte», comentó Velázquez.
Su estilo es impresionista, aunque también busca reflejar la realidad, capturando personajes de su entorno, como su padre en escenas simples y emotivas: «Mi viejo es uno de los protagonistas de mis cuadros. Lo retrato tomando mate, escuchando la radio, pescando o descansando», explicó. A partir de una fotografía, reproduce estos momentos en sus obras, impregnándolas con su impronta personal.
Entre sus referentes está el famoso pintor argentino Florencio Molina Campos, cuyos cuadros Velázquez siempre soñó reproducir. «Siempre imaginaba hacer cuadros de Molina Campos y tener mis pinturas colgadas. Ahora lo logré y me hace muy feliz», confesó el artista, quien además tiene sus propias obras expuestas.
Para Eduardo, la clave de su éxito radica en la imaginación y la acción: «Todo lo imagino primero y luego lo atraigo con mucha fuerza. Creo mucho en eso, en imaginar y luego poder lograrlo. Todo es posible si uno lo cree y se pone en acción», concluyó, reafirmando su amor por el arte, el fútbol y la pesca, sus tres grandes pasiones.