El Pontífice grabó un mensaje mostrando su cercania con todos los Rosarinos en medio de la escalada de violencia narco. Compartimos íntegramente el mensaje del Santo Padre:
«Queridos hermanos y hermanas de Rosario:
Me viene a la mente en este momento un versículo del Evangelio de Mateo: «Felices los que trabajan por la paz» (Mt 5,9). Es una de las bienaventuranzas. Y en un momento de crisis, como los que vive la Ciudad de Rosario, comprendemos la necesidad de la presencia de las fuerzas de seguridad para llevar tranquilidad a la comunidad. No obstante, sabemos que en el camino de la paz se deben transitar respuestas complejas e integrales, con la colaboración de todas las instituciones que conforman la vida de una sociedad. Es necesario fortalecer la comunidad. Todo Pueblo tiene en sí mismo las herramientas para superar aquello que atenta contra su propia integridad, contra la vida de sus hijos más débiles. Contra tú que atentas, es necesario fortalecer la comunidad. Nadie de buena voluntad puede sentirse excluido ni ser excluido de la gran tarea de que Rosario sea un lugar en el que todos puedan experimentarse hermanos.
Sin complicidades de un sector del poder político, policial, judicial, económico y financiero no sería posible llegar a la situación en la que se encuentra la ciudad de Rosario. Es necesario «rehabilitar la política, que es “una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común”» (Carta enc. Fratelli tutti, 180). Todos los sectores políticos están llamados a transitar el gran camino del consenso y del diálogo para generar leyes y políticas públicas que acompañen un proceso de recuperación del entramado social. La alternancia de las gestiones debe sostener la continuidad de los procesos de cambio. Es necesario trabajar no sólo sobre la oferta, sino también sobre la demanda de drogas, a través de políticas de prevención y asistencia. El silencio del Estado en esta materia sólo naturaliza y facilita la promoción del consumo y comercialización de las mismas.
En un contexto como éste, es necesario que el sistema democrático vele por la institucionalidad de la justicia, de tal manera que pueda ser independiente, para investigar los entramados de la corrupción y del lavado de dinero que facilitan el avance del narcotráfico. Cada miembro del poder judicial es responsable de custodiar su integridad, la que comienza por la rectitud de su corazón. Asimismo, es de agradecer a todos aquellos hombres y mujeres que, con su compromiso silencioso con la justicia, muchas veces ponen en riesgo su propia vida por el bien común en un contexto tantas veces deshumanizado.
“El empresario es una figura fundamental de toda buena economía: no hay una buena economía sin un buen empresario”. Lamentablemente, tampoco hay una mala economía sin la complicidad de una parte del sector privado. Hay una gran tarea por delante en el sector empresarial, no sólo en impedir la complicidad en los negocios con las organizaciones mafiosas, sino también en un compromiso social. Hay grandes ejemplos de ellos en la vida del empresariado argentino, entre los que se encuentra Enrique Shaw. Nadie se salva solo, aun en los barrios privados, se puede encontrar la inseguridad y la amenaza del consumo para los propios hijos. La paz es una empresa que exige de la creatividad y compromiso de todos aquellos que tienen el don de emprender e innovar, y ustedes saben cómo hacerlo. Gracias por ello.
Dado que, en todo sistema mafioso, los pobres son el material descartable, los invito a usar esfuerzos y aunar esfuerzos para que el estado y las instituciones intermedias puedan brindar espacios comunitarios en los barrios vulnerables. Los mismos pueden crear condiciones para que los niños, adolescentes y jóvenes tengan un desarrollo humano integral, para un futuro superador al que tuvieron sus padres y abuelos. Todas las instituciones sociales, civiles y religiosas debemos de estar unidas para hacer lo que mejor sabemos hacer: crear comunidad. Rosario cuenta con una gran riqueza de instituciones al servicio de los demás. Es una riqueza que ustedes tienen. Todos podemos colaborar y ser parte de los espacios deportivos, educativos y comunitarios. El temor siempre aísla, el temor paraliza. No teman comprometerse junto a otros para ser respuesta pacífica e inspiradora.
Hermanos y hermanas: la Iglesia, como Madre y samaritana, siempre es llamada a acompañar espiritual y orgánicamente a los familiares de las víctimas que han perdido su vida a causa de la violencia, acompañar a los enfermos, acompañar a quienes viven el flagelo de las adicciones y a sus familiares, acompañar a quienes están presos y luego necesitan un camino de reinserción, acompañar a quienes viven en situaciones de vulnerabilidad extrema. La parroquia es la Iglesia que se hace vecina, es la comunidad donde todos pueden experimentarse amados. Para muchos niños, adolescentes y jóvenes vulnerables será quizás la única experiencia de familia que tendrán la oportunidad de conocer. En estos tiempos, el amor, la caridad será el anuncio más explícito del Evangelio para una sociedad que se siente amenazada.
Queridos hermanos y hermanas rosarinos, estoy cerca de ustedes. La Virgen del Rosario intercede día y noche por todos sus hijos, sobre todo, como suelen hacerlo las mamás, con diligencia especial por quienes tienen mayores fragilidades. Que Dios los bendiga, un abrazo.»
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