El Papa en su catequesis semanal continuó reflexionando sobre los 10 mandamientos. En esta oportunidad habló del quinto mandamiento: “NO MATAR”.
Esto es parte de su catequesis:
DESPRECIO POR LA VIDA
Se podría decir que todo el mal del mundo se resume aquí: en el desprecio por la vida. La vida es agredida por las guerras, por las organizaciones que explotan al hombre, -leemos en los periódicos o vemos en los telediarios tantas cosas- por especulaciones sobre la creación y la cultura del descarte, y por todos los sistemas que someten la existencia humana a cálculos de oportunidad, mientras que un escandaloso número de personas vive en un estado indigno del ser humano. Esto es despreciar la vida, es decir, de alguna manera, matar.
EN SALVAGUARDIA DE DERECHOS SE MATA EN EL SENO MATERNO
Un enfoque contradictorio permite también la supresión de la vida humana en el seno materno en nombre de la salvaguardia de otros derechos. Pero, ¿cómo puede ser terapéutico, civil o simplemente humano un acto que suprime la vida inocente e indefensa en su inicio? Yo os pregunto: ¿Es justo “deshacerse” de una vida humana para resolver un problema? ¿Es justo alquilar a un sicario para resolver un problema? No se puede, no es justo “deshacerse” de un ser humano, aunque sea pequeño para resolver un problema. Es como alquilar un sicario para resolver un problema.
¿De dónde viene todo esto? La violencia y el rechazo de la vida ¿de dónde nacen, en fondo? Del miedo. Acoger al otro, en efecto, es un desafío al individualismo. Pensemos, por ejemplo, en cuando se descubre que una vida naciente es portadora de discapacidad, incluso grave. Los padres, en estos casos dramáticos, necesitan cercanía real, solidaridad verdadera, para enfrentar la realidad y superar los temores comprensibles. En cambio, a menudo reciben consejos apresurados para interrumpir el embarazo, o sea es una forma de hablar: “interrumpir el embarazo” significa “deshacerse de uno”, directamente.
Un niño enfermo es como todos los necesitados de la tierra, como un anciano que necesita ayuda, como tantos pobres que luchan por salir adelante: aquel, aquella que se presenta como un problema, es en realidad un don de Dios que puede sacarme del egocentrismo y hacerme crecer en el amor. La vida vulnerable nos muestra el camino de salida, el camino para salvarnos de una existencia replegada sobre sí misma y descubrir la alegría del amor.
CORRER DETRÁS DEL DINERO, EL PODER Y OTROS IDOLOS NOS CONDUCE A RECHAZAR LA VIDA
¿Y qué lleva al hombre a rechazar la vida? Son los ídolos de este mundo: el dinero –mejor deshacerse de éste porque costará- el poder, el éxito. Son parámetros equivocados para evaluar la vida. ¿Cuál es la única medida auténtica de la vida? ¡Es el amor, el amor con el que Dios ama! El amor con que Dios ama la vida: esta es la medida. El amor con que Dios ama cada vida humana.
De hecho, ¿cuál es el significado positivo de la Palabra “No matarás”? Que Dios es “un amante de la vida”, como acabamos de escuchar de la lectura de la Biblia.
El secreto de la vida nos es revelado por cómo la trató el Hijo de Dios, que se hizo hombre, hasta el punto de asumir, en la cruz, el rechazo, la debilidad, la pobreza y el dolor. En cada niño enfermo, en cada anciano débil, en cada migrante desesperado, en cada vida frágil y amenazada, Cristo nos está buscando, está buscando nuestro corazón para revelarnos el gozo del amor.
Vale la pena recibir cada vida porque cada hombre vale la sangre de Cristo mismo. ¡No se puede despreciar lo que Dios ha amado tanto!
Debemos decir a los hombres y a las mujeres del mundo: ¡No desprecien la vida! La vida de los demás, pero también la tuya, porque el mandamiento también es válido para ella: “No matarás”. Hay que decir a tantos jóvenes: ¡No desprecien su existencia! ¡Deja de rechazar la obra de Dios! ¡Tú eres una obra de Dios! ¡No te subestimes, no te desprecies con las dependencias que te arruinarán y te llevarán a la muerte!