En nuestra Iglesia Católica Diocesana, en los últimos años, el obispo Ángel J. Macin ha promovido el diaconado permanente de hombres casados. En pocos años ya son casi 10 las personas que ejercen este Ministerio en la Diócesis de Reconquista y son varios más los que están haciendo su camino de formación.

Mientras esto pasa en nuestra diócesis, en varias iglesias del mundo y en el mismo Vaticano hay un debate referido a la ordenación de mujeres.

Con respecto a este tema, vamos a compartir parte de las opiniones de una reconocida teóloga. designada por el Papa Francisco para integrar la conducción del Sinodo que está en marcha. Se trata de Cristina Inoguéz Sanz.

Estas fueron sus respuestas a la revista Vida Nueva.

─ Siendo el camino sinodal un proceso largo ¿alcanzaremos a ver mujeres ordenas presbíteras o diaconisas?

─ Desde el momento que existe el diaconado permanente masculino, es decir, el diaconado que no está encaminado al sacerdocio, no entiendo por qué no hay mujeres que puedan acceder a ese mismo diaconado. No cabe en la cabeza de nadie –en la de alguno sí, evidentemente– sobre todo cuando hay muchas mujeres que ya ejercen funciones de diaconado plenísimamente.

“Respecto al sacerdocio, siempre defenderé que las mujeres pueden ser sacerdotes, por un hecho que –creo– es incuestionable: si el Espíritu suscita los dones, suscita las vocaciones, los carismas y los ministerios ¿quién es aquí el guapo que dice que el Espíritu le dice a una mujer que debe pasar de
largo, que no puede ser cura, y que vamos a esperar a que venga un hombre y que a ese hombre le voy a dar la vocación de sacerdote? Esto, me parece que es ¡irrisorio completamente! y más cuando desde la teología no hay razones para negar el sacerdocio a las mujeres.

“Ahora bien, en un libro que escribí donde explico porqué no tengo vocación y que en consecuencia no quiero ser sacerdote, señalo que en la actual estructura de Iglesia clerical y rígida que tenemos, que las mujeres accedieran al sacerdocio sería muy contraproducente, pero no tanto porque las mujeres se pudieran clericalizar, que se clericalizarían por el clericalismo que está ahí
y que sería atroz, sino porque de esa manera ayudaríamos a mantener una estructura que tiene que transformarse.

Por lo tanto, si las mujeres en este momento accedieran al sacerdocio, lo único que harían sería cubrir los huecos, y en consecuencia alargar la agonía de esta forma de Iglesia que tiene que morir para poder resucitar”.

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