Fernando Streuli, ex secretario de Planeamiento y Obras Públicas de Romang, compartió su emoción al ver la postal que ofrecen las calles de la ciudad adornadas por los lapachos amarillos en plena floración. «Es una imagen soñada», expresó al referirse a los árboles que cubren con un manto de flores la calle Simón de Iriondo, creando un espectáculo natural que deslumbra a vecinos y visitantes.

La historia de estos lapachos se remonta al año 1999, cuando se implementó un plan urbano que incluía la forestación pública y la exaltación del paisaje urbano. Uno de los ejes principales del proyecto era embellecer los accesos a la ciudad, específicamente la calle San Martín y la antigua Ruta 1, hoy conocida como Simón de Iriondo. En ese entonces, durante una reunión de gabinete, el presidente de la comuna, Víctor Debloc, tomó la decisión de plantar lapachos amarillos, siguiendo la sugerencia del plan elaborado por el área de planeamiento.

Streuli resaltó que, aunque los lapachos son muy valorados por sus llamativas flores, estos árboles requieren varios años para alcanzar su pleno esplendor. «Lleva un tiempo considerable para que comiencen a florecer de manera tupida y muestren toda su belleza», explicó.

Con el tiempo, el plan de forestación se extendió a otras calles de la ciudad, introduciendo especies como el jacarandá y el liquidámbar, cada una aportando su toque particular al paisaje urbano de Romang.

Sin embargo, los lapachos amarillos, que ya superan los 20 años de edad, se han convertido en un ícono local. «Florecen todos juntos, creando primero un tunel y luego una alfombra amarilla con sus pétalos caídos, un verdadero espectáculo para los sentidos», añadió Streuli.

La visión de Romang como una ciudad verde y floreciente continúa siendo un orgullo para sus habitantes, y la explosión de color que brindan los lapachos en esta temporada es el resultado de un plan de largo plazo que sigue dando frutos.