No se presentaron interesados a la subasta del último emprendimiento dedicado a la producción de azúcar en la provincia. Prácticamente ya no hay tiempo de adecuar las instalaciones y no podría realizarse la molienda, dejando más de 2.000 hectáreas sin cosechar. Sería la defunción definitiva del cultivo de caña en el norte santafesino.
La ausencia de ofertas en el remate del Ingenio Las Toscas, en el departamento General Obligado, convocado para esta mañana en Buenos Aires reduce considerablemente las chances de poder realizar la zafra 2018 y con ello se instala una gran incertidumbre sobre la supervivencia de la cuenca cañera santafesina.
A partir del cierre del ingenio ARNO de Villa Ocampo, hace algunos años, la industria tosquense era la única capaz de moler las escasas 2.500 hectáreas de caña que subsisten en el norte provincial. De no existir esta opción, los productores abandonarían el cultivo, migrando probablemente al algodón, situación que se tornaría definitiva por los altos costos que implica sembrar campos nuevos con caña.
La subasta había sido pautada por la martillera pública Patricia Fra Amador, con una base de $ 21.457.200, en el marco de la quiebra de la firma Masaro S.A, propiedad de Vicente Farfaglia, que lleva adelante el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Comercial Nº 3 a cargo del Dr. Jorge S. Sícoli.
Al no presentarse oferentes, el proceso obliga a una nueva convocatoria dentro de los próximos 10 días sobre una base del 50% de la inicial o al mejor postor. Fuentes cercanas al proceso indicaron que habría interesados en las instalaciones, pero en función del proceso estarían especulando con la dilación del mismo para comprar a un precio menor.
Pero prácticamente ya no hay tiempo para realizar los trabajos de adecuación necesarios del ingenio, que demandarían unos 45 días, para iniciar la zafra a principios de junio.
Antes de la quiebra, el ingenio era administrado por la firma Romelio H. Snaider, que con un contrato por 10 años ya había relizado 7 zafras y una inversión en maquinaria superior a $ 30 millones. Sin embargo el juez de la causa determinó a comienzos del año que debían desalojar las instalaciones, situación que dejó sin empleo a más de 200 obreros que debieron ser indemnizados.
“La actividad ya no es rentable. El precio no ayuda”, sostuvo Elvio Lovisa, del Centro Experimental Tacuarendí del Ministerio de la Producción, en un intento por resumir la génesis del declive de una economía regional que llegó a ocupar 16.000 hectáreas en el norte santafesino, generando trabajo directo para más de 3.000 personas, en los años 70 y 80.
Hoy sobreviven a duras penas en unas 2.500 hectáreas, unos 50 productores que no saben quién realizará la próxima zafra a partir del mes de julio. “Hemos retrocedido un montón”, agregó, en referencia a esta triste realidad.
En la actualidad, el precio del kilo de azúcar ronda valores cercanos a los $ 12/kg, cuando “debería valer el doble para hacer rentable la actividad”, explicó el especialista, quien asegura que la salida es por el lado de la reconversión productiva. De hecho, ya están trabajando de manera incipiente en la utilización de la caña de azúcar para energía y como alimento ganadero (enriqueciendo el bagazo con urea y bacterias para su fermentación, además de la producción de ron).
Fuente – El Litoral.com