La Sociedad Argentina de Pediatría observa con profunda
preocupación cómo, con motivo de la situación social, económica, de violencia e inseguridad, se avasallan los derechos de las
niñas, niños y adolescentes.

No podemos, y sería nuestro error, permanecer ajenos a las
diferentes tragedias de tantos niños de nuestro país; sentimos
que algo dentro nuestro nos impulsa a denunciar todas las situaciones que los afecten, a ejercer la crítica y cuestionar los
programas inoperantes; a ser voceros de la inconformidad nacional y exigir a nuestros dirigentes la búsqueda de soluciones
de fondo a los problemas de la niñez y adolescencia.

Las y los pediatras, por nuestra formación, trabajo cotidiano y
compromiso por el derecho a la vida y a la salud, debemos poner
en conocimiento de quienes legislan y de toda la ciudadanía,
que la deprivación nutricional, afectiva, educacional, cultural, de
asistencia sanitaria, de redes de contención social y la inequidad
en el acceso a los recursos, va provocando desde el comienzo
de la vida daños físicos, psíquicos y deterioro en las posibilidades de inclusión social, que deben ser atendidos y prevenidos.

Los derechos de las niñas y los niños constituyen un valor
fundamental en la vida de nuestro país y debería ser uno de los
principios fundamentales de los gobiernos el poner en vigor la
protección y promoción de esos derechos reconocidos en la
Convención sobre los Derechos de las/os Niñas/os, ratificado
por nuestro país e incorporado a la Constitución Nacional.

Hoy, en el año 2023, muchos de esos derechos continúan
siendo vulnerados. Mientras el país se debate entre una despiadada puja de intereses financieros, sectoriales y políticos por un lado y una desesperante situación social por el otro, la niñez y adolescencia ve lesionados cada vez más sus derechos.

Es doloroso reconocer que tenemos gran parte de la niñez y
adolescencia pobre, explotación infantil, tráfico de niños e incorporación de menores a organizaciones narcos delictivas.

Somos testigos de una creciente deserción escolar, con escuelas desabastecidas y sub equipadas.

Hay muchos niñas, niños y adolescentes que no gozan de los
derechos básicos a la identidad, la participación, a una crianza
familiar, y que son víctimas de la violencia de los adultos.

Las y los pediatras argentinos no queremos un país con niñas
y niños que revisan tachos de basura, y que en cada semáforo
ofrecen limpiar el parabrisas o hacen malabarismos en lugar de
estar estudiando en la escuela. Muchas niñas y niños juegan entre la basura y los tiroteos, y están expuestos al narcotráfico, que cada vez busca soldaditos más chicos.

Esta niñez y adolescencia sin educación, con madres y/o padres sin trabajo, sin continencia familiar ni social son hoy una
realidad, una realidad que nos duele.

La alta desocupación no solo genera madres y padres sin trabajo, sino que lleva a la disrupción familiar en muchos hogares
argentinos, con destrucción del ambiente ecológico de afecto,
protección y continencia que la niñez y adolescencia necesitan
para crecer y desarrollarse normalmente.

La situación social de la infancia se agrava progresivamente.
Las y los pediatras vemos todos los días familias que no tienen
dinero ni siquiera para llegar al hospital, que no tienen dinero
para el ómnibus que los lleve de regreso a su casa, que no pueden comprar el más barato de los medicamentos, que no pueden viajar para una segunda consulta.

También, compartimos la angustia de los que no tienen recursos para afrontar las necesidades básicas de salud.

Pobreza y salud tienen una relación especial, y quienes ejercemos la Pediatría bien la conocemos, ya que cuando la primera
aumenta la segunda habitualmente disminuye.

La educación es una libertad fundamental y juega un rol central en su esquema de pensamiento. El Estado, la familia y la sociedad deben asegurarles a las niñeces y adolescencias el pleno desarrollo de sus potencialidades, así como el goce de una vida
plena y digna; habilidades todas que se desarrollan a partir del
ejercicio del derecho a la educación.

En la Argentina hay una clara relación entre educación y pobreza. Los grupos sociales más pobres son los que tradicionalmente menos educación reciben y los que tienen más dificultades para acceder a ella y, por ende, a sus beneficios.

Hoy, no hay igualdad de oportunidades en nuestro país y las diferencias socioeconómicas son uno de los factores más importantes que contribuyen a la desigualdad educativa en Argentina.

Muchos niños y jóvenes de familias de bajos ingresos no tienen acceso a la misma calidad de educación que sus pares de familias de mayores ingresos económicos.

El acceso a la educación está muy extendido, es obligatorio
y está garantizado por ley, pero la finalización, especialmente del
nivel medio, está lejos de ser una realidad y tiene una conexión
estrecha con el nivel socioeconómico del estudiante y su familia.

Es allí, en la escuela secundaria donde la desigualdad educativa
se hace más evidente; la pobreza aumenta la deserción escolar
porque las y los adolescentes se ven en la necesidad de salir a
trabajar. Muchos de ellos, en los barrios más pobres que rodean
nuestras ciudades, son reclutados por organizaciones narco y
estos “soldaditos” pasan a constituir el primer eslabón en la cadena de comercialización de estupefacientes.

El sector de la población con más ingresos económicos concluye los estudios secundarios en proporciones similares a los
de los países desarrollados, mientras que en los de bajos ingresos lo logra menos de un tercio.

Resulta doloroso ver como frente a la decadencia del país, la
clase política tanto del partido gobernante como de los partidos
de la oposición, actúan como si nada pasara, desconociendo
esta crítica situación y las responsabilidades que les competen.

La política, que es la única fuerza que puede dirigir el país hacia
el interés general por encima de los intereses particulares, no
muestra evidencias de marchar en esa dirección, y la clase dirigente no está a la altura de las circunstancias.

Es imprescindible que los políticos asuman la realidad del
país, único camino para poder transformarla. Instamos a todos
los dirigentes políticos a trabajar para encontrar soluciones de
fondo, a realizar políticas que se mantengan en el tiempo, aunque cambien los gobiernos.

Queremos un país, un Estado, que pueda garantizar los derechos de la niñez y adolescencia, que no permanezca indiferente
a la catastrófica situación social actual. No es posible imaginar
una Argentina de paz y convivencia con el grado de exclusión y
marginación social que tenemos.

La Sociedad Argentina de Pediatría considera que en el país
se vulneran los derechos de la niñez y adolescencia, que la situación de salud, educación y económico social de la infancia está en un estado decadente que resulta moralmente inaceptable.

Las niñas, niños y adolescentes de nuestro país, esperan de
sus legisladores, de su gobierno, de su justicia, de su comunidad,
de todos nosotros, que se los considere, escuche y que se los
rescate con todos los recursos que tanto el Estado como la sociedad civil disponen. La niñez y adolescencia argentina deben tener respetados sus derechos a una vida familiar digna, plenamente integrada a la sociedad a la que pertenecen. Todos los argentinos queremos construir un país más apropiado para ellos.

La niñez y adolescencia no solo son el futuro de la Nación,
sino también el presente.

El fracaso en responder a los determinantes sociales y ambientales de la salud afectará a la niñez y los adultos en el curso de toda su vida. Serán necesarios un marco basado en la igualdad y en los derechos de la niñez para la atención clínica y protección infantil, políticas públicas, educación médica, desarrollo de capacitación e investigación. No abordarlo de esta manera, contribuirá al aumento de las brechas existentes entre el conocimiento de las causas – raíz del bienestar de la niñez y nuestra práctica de la pediatría y la salud infantil.

Nuestra obligación como Sociedad Argentina de Pediatría es
reclamar permanentemente por el cumplimiento de estos derechos, y hacer partícipe a toda la comunidad de ese reclamo.
El único compromiso que tenemos es con nuestra niñez y sus
familias. Esa es nuestra gran fortaleza.

Dr. Rodolfo Pablo Moreno
Presidente
Sociedad Argentina de Pediatría

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí