Este domingo, en Radio Amanecer, se generó un entretenido intercambio con los oyentes sobre los gentilicios de las distintas localidades de la región.

La propuesta fue poner en común cómo se llaman —o cómo podrían llamarse— los habitantes de cada lugar, a partir de los aportes espontáneos de la audiencia.

Entre las sugerencias que se compartieron al aire, se mencionaron:

Reconquista: reconquisteño o reconquistense.

Avellaneda: avellanedense.

Siete Provincias: sieteprovinciense.

Arroyo Ceibal: ceibalero.

Romang: romanero/a.

El Sombrerito: sombreritenses.

Villa Ana: villanence.

Ubajó: ubajense.

Cañada Ombú: ombuseros.

Los Lapachos: lapacheros o lapachenses.

Fortín Olmos: olmeño.

Tartagal: tartagalense.

Los Tábanos: tábaneros.

Caraguatay: caraguateño.

Lanteri: lanterinos.

Malabrigo: malabriguense.

La María (Col. Durán): mariences o marianos.

Los Laureles: laurenses.

Fortín Chilcas: chilquense.

Moussy: mouseño.

Las Garzas: garceros/as.

La Selva: selvero.

El debate sirvió además para explicar qué son los gentilicios: palabras que indican la procedencia geográfica de una persona, animal o cosa, y que se forman añadiendo sufijos al nombre de un lugar, como -ano, -eño, -ense, -és o -í. Por ejemplo: colombiano, limeño, canadiense, francés o marroquí.

Desde el espacio radial se recordó que los gentilicios se escriben siempre con minúscula y que, en español, funcionan como adjetivos que incluso pueden sustantivarse. Así, se puede decir “el argentino” o “la alemana” para referirse a una persona por su lugar de origen.

El intercambio dejó en claro que, más allá de las reglas lingüísticas, muchos gentilicios se consolidan por el uso, la tradición y la identidad cultural de cada comunidad.