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El obispo Macín interpreta la Laudate Deum del Papa Francisco

El Obispo de la Diócesis de Reconquista, Ángel José Macín, escribió un documento sintetizando o ayudando de alguna manera a intepretar la Laudate Deum (Alaben al Señor): confirmación y desafío para las redes eclesiales.

Compartimos el escrito:

Laudate Deum (Alaben al Señor): confirmación y desafío para las redes eclesiales

Más allá de los «cambios cíclicos» que presenta la naturaleza, la humanidad no termina de reconocer su responsabilidad sobre el cambio climático.

Cambio climático. Las redes, como nuevos sujetos emergentes en la vida de una Iglesia abierta y sinodal, son espacios que pueden favorecer estos objetivos.

Hace pocos días, más precisamente el 4 de octubre, memoria de San Francisco de Asís, el Santo Padre Francisco ha publicado una exhortación apostólica con el nombre “Laudate Deum” (Alaben al Señor), un texto relativamente breve, que ha sorprendido a más de uno, que esperaba un extenso documento para interpretar y comentar. La exhortación tiene apenas 73 numerales.

La misma asume la finalidad de renovar el desafío lanzado en la ‘Laudato Si’, de 2015 y, sobre todo, a ocho años de la misma, señalar dramáticamente que, frente a la ya alarmante crisis climática y con el punto de no retorno en un horizonte cercano, se constata la reacción indolente y parcial de la humanidad, que no termina de reconocer su responsabilidad en esta situación, más allá de los “cambios cíclicos” que presenta la naturaleza.

La prensa vaticana, el día de su publicación, señalaba que el documento “se plantea precisar y completar lo ya afirmado en el texto anterior sobre ecología integral, y al mismo tiempo lanzar una voz de alarma y una llamada a la corresponsabilidad ante la emergencia del cambio climático, antes de que sea demasiado tarde. La exhortación mira en particular a la COP28 que se celebrará en Dubai a finales de noviembre y principios de diciembre” (Vatican News, 4 de Octubre).

1. Una estructura simple y contundente

No es tan complicado abordar la lectura de este nuevo documento pontificio, que claramente apunta a movilizar y generar una reacción proactiva frente a un panorama cada vez más sombrío. La carta es como un “grito” de advertencia ante una realidad que no se logra disimular. No es un texto más. Es palabra viviente, palabra profética, que estimula e intenta despertar la conciencia de una humanidad aletargada.

En cuanto a su esquema, el inicio y el final del texto presentan una correlación digna de destacar. Las primeras palabras de la Exhortación son “Alaben a Dios todas sus creaturas” (LD 1). Esta referencia a San Francisco de Asís nos coloca ante el valor y la potencia que tiene la alabanza para ubicarnos en el espacio apropiado y para reconocer el lugar que corresponde a Dios. La alabanza nos posiciona en el lugar apropiado y nos recuerda que somos creaturas. Y que la pretensión de adueñarnos, de ocupar el lugar del Creador, termina por arruinar su proyecto de amor y de salvación. O dicho de otro modo, termina arruinándonos a nosotros. No es casual que la última frase del escrito papal diga “«Alaben a Dios» es el nombre de esta carta. Porque un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo”. (LD 73). Así, en una especie de “inclusión”, la alabanza y el compromiso atraviesan el mensaje pontificio.

Luego, los títulos nos señalan los temas más urgentes a considerar y se pueden chequear en el mismo texto. Se concentran sobre todo en la observación de la realidad, dejando los capítulos finales para una advertencia muy concreta sobre la COP28 y una fundamental referencia a la espiritualidad que debiera sustentar estos compromisos.

Como podemos observar, un esquema simple, que reclama mayor honestidad en la mirada y el discernimiento de la situación, un reclamo de acuerdos sustentables y efectivos, y para cerrar, un llamado a la mística del cuidado, tan necesario y urgente en estas circunstancias.

2. Algunos conceptos relevantes

Si abordamos el documento desde una mirada temática, hay varias cosas que conviene destacar, que están en continuidad con LS’, y que las explican mejor o le otorgan mayor amplitud.

Las denuncias del Papa Francisco a partir de una mirada general de la situación actual resultan inquietantes. No son tan extensas como en LS’, pero la contundencia de las mismas no deja resquicios. En varios párrafos advierte acerca de la responsabilidad humana en la crisis que estamos viviendo, y el ritmo excesivamente lento para abordar ciertos problemas, como la emisión de gases contaminantes a la atmósfera, que provoca el aumento rápido de las temperaturas, con consecuencias que ya están a la vista.

Con agudeza y determinación denuncia a ciertos grupos de poder, afirmando que “lamentablemente la crisis climática no es precisamente un asunto que interese a los grandes poderes económicos, preocupados por el mayor rédito posible con el menor costo y en el tiempo más corto que se pueda” (LD 13). De ellos son cómplices sectores que quieren seguir disfrutando de un bienestar sin límites, a costa de otros que permanecen en la indigencia, sin olvidar la difusión ambigua de algunos medios de comunicación sobre estos asuntos.

El paradigma para encuadrar la realidad, ya utilizado en otros momentos por el Santo Padre es el “paradigma tecnocrático”, que se ha difundido en diversos estratos de la sociedad, particularmente en quienes ejercen el poder (cf. LS 122ss). Considerando el abuso de poder de estos sectores, vuelve a apostar por el “multilateralismo”, como vinculación entre las naciones, entre diferentes pueblos, entre instituciones, entre personas, en pos de decisiones más efectivas y determinantes. El llamado a superar barreras y trascender espacios limitados es transversal a toda la exhortación.

3. Ecos desde el territorio, entre indecisiones y esperanzas

Como Coordinador de la REGCHAG (Red Eclesial Gran Chaco y Acuífero Guaraní), inspirada en LS’ y QA y nacida en 2020, en plena pandemia, me siento animado por las palabras de Francisco, ya que junto a otras redes eclesiales americanas como la REPAM y la REMAM, reunidos en la ENA ( Ecclesial Networks Alliance for Integral Ecology), estamos tratando de concretar algunas de estas orientaciones, apuntando a dos aspectos que me parecen decisivos, el multilateralismo entre los países, la superación de fronteras en el abordaje de la problemática ecológica, conservando un apego innegociable al territorio, una voz que existe y no es escuchada.

Creemos que una mayor y determinante incidencia en lo político, social, económico y cultural vendrá de la amplificación de las voces de los territorios y sus habitantes. Las redes, como nuevos sujetos emergentes en la vida de una Iglesia abierta y sinodal, son espacios que pueden favorecer estos objetivos, insertas en la frontera dinámica y fluida que se da entre la Iglesia y el Reino de Dios. Sus herramientas debieran inspirarse en el estilo de Jesús de Nazareth, quien promueve una renovación definitiva de la historia, llevada a cabo en su misterio pascual, desde una modesta movilización de los habitantes de la Galilea y regiones vecinas, con narrativas transformadoras.

4. Los diálogos territoriales, instrumentos al servicio del Reino para una incidencia decisiva

Desde hace unos años, nuestra hermana mayor, la REPAM, ha comenzado a concretar esta intuición de que una incidencia real sobre los graves atropellos de la Amazonía debía partir de un mapeo, es decir, de la escucha de las voces de los territorios; incluso, se podría hablar de la voz del territorio ( www.repam.net).

En nuestra red, inspirados en el fecundo camino recorrido por otros, esta vinculación con el territorio la planteamos como “diálogo”, es decir, la movilización de los habitantes de un territorio y del territorio mismo, que se ponen a la escucha y expresan con su voz, con su narrativa viva, la belleza y las dificultades de su lugar. Los diálogos territoriales no son otra cosa que escucha y respuesta, palabra compartida, que brota de lo profundo de la tierra, de la historia, del paisaje, de la identidad de los pueblos que viven en un lugar, de sus símbolos, de su cultura, de su fe. También en ellos se manifiestan los conflictos y la opresión que intereses espurios provocan a su “buen vivir”. Esa palabra se hace más alta y se une a la sinfonía de otras palabras, a una narración más amplia, que nos conecta y nos proyecta a una incidencia que no tiene límites.

Su inspiración es el evangelio, o mejor, la figura de Jesús de Nazareth, un habitante de nuestra historia y de un territorio concreto, quien supo generar los espacios necesarios para que la fuerza del Espíritu pudiera renovar todas las cosas, desde la modesta Nazareth. El trabajo en red no es otra cosa que seguir a Jesús y sumarnos al anuncio del Reino, destinado a los pobres, en quienes se esconde la semilla de un mundo nuevo. Y en esa opción se genera una incidencia, tal vez la única, que pueda cambiar el rumbo de la historia y de nuestro mundo, ante la urgencia del momento.

Muchas enseñanzas de Jesús me vienen a la mente para ilustrar estas cosas. Como expresión evangélica de esta intuición que compartimos con muchos hermanas y hermanos, podemos recurrir a la parábola del grano de mostaza, que siendo pequeño, cuando germina, cuando deja que la vida lo desborde desde dentro, se transforma en algo inesperadamente grande, que ofrece sombra y refugio para las aves del cielo (Mt 13,31-33).

5. Conclusión

Hay que reconocer que todavía nos falta mucho por recorrer y transitar. La experiencia de los diálogos territoriales apenas está comenzando y la queremos ir tejiendo entre todos. En este caminar y ante la urgencia de los desafíos, es decisivo que nos podamos concentrar en lo fundamental: “el clamor de la tierra y el grito de los pobres” (cf. LS 49); no pocas veces nos perdemos en discusiones secundarias, sin avanzar con paso firme en las líneas fundamentales que la realidad hoy pone ante nosotros y que el Papa Francisco las señala con claridad y contundencia.

Por eso, estos comentarios a la LD quieren ser una motivación a la esperanza, una afirmación de que todavía estamos a tiempo, pero también un estímulo a la determinación y a la prontitud (cf. Lc 1,39-40). No nos podemos dar el lujo de entretenernos en discusiones estériles, dentro y fuera de la Iglesia, mientras nuestro mundo amenaza con romperse en pedazos.

Obispo de Reconquista, Santa Fe, Argentina. Coordinador de la Red Eclesial Gran Chaco y Acuífero Guaraní (REGCHAG).

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