Un equipo de especialistas en protección vegetal del INTA realizará un monitoreo de la plaga durante el periodo otoño-invernal para estudiar su evolución poblacional y las enfermedades que transmite.

Mediante tres métodos, analizarán la variación de abundancia de adultos invernantes, su dinámica de vuelo, identificarán los sustratos de vegetación en los que se refugian y reunirán evidencia del efecto de diferentes regímenes meteorológicos sobre la población del vector.

La chicharrita del maíz, vector de patógenos que producen el achaparramiento del cultivo se expandió desde el norte argentino hasta la zona núcleo, lo que provocó diversos problemas en el desarrollo de las plantas. La intensidad de la epifitia, en muchos casos agravada por las condiciones de estrés hídrico y/o térmico, resultó en cuantiosas pérdidas económicas. Según los especialistas del INTA, uno de los ejes para diseñar una estrategia de manejo la plaga es conocer su dinámica poblacional.

De acuerdo con Evangelina Perotti -entomóloga del INTA Oliveros, Santa Fe-, “la iniciativa tiene como objetivo principal generar información para una amplia área geográfica que contribuya a la toma de decisiones de los productores y asesores del sector agrícola”.

Esta iniciativa del INTA se suma, además, a la participación en la Red Nacional de Trampas de Monitoreo de Dalbulus maidis donde ya se trabaja para conocer la dinámica de vuelo e infectividad del vector y generar información desde diferentes regiones del país.

Para esto, según detalló Juan Carlos Gamundi -especialista del INTA Oliveros, Santa Fe- es fundamental muestrear a la chicharrita a fin de conocer y entender qué sucede con la dinámica de su población y sus posibles efectos en la próxima campaña agrícola.

“El área de estudio abarca aproximadamente 1.600 kilómetros de norte a sur y 750 kilómetros de oeste a este. En este estudio participarán 18 experimentales del INTA”, especificó.

Durante el periodo otoño-invernal, hasta la siembra de maíz, la chicharrita manifiesta una escasa movilidad refugiándose en diferentes ambientes. “Se la puede muestrear en el aire o en sustratos vegetales como cultivos de cereales o montes debajo de los árboles-”, explicó Gamundi. Para caracterizar la curva de evolución para las zonas de transición y zonas templadas, los entomólogos del INTA propusieron dos métodos complementarios para evaluar este insecto: las redes de arrastre y las trampas de emergencia.

En cuanto a las trampas para aire, Gamundi explicó que se utilizan trampas adhesivas: “Al ser de color amarillo, el insecto es atraído y queda adherido a la misma permitiendo su identificación y conteo”.

De todos modos, reconoció que presenta algunas desventajas para la identificación de los insectos.

Otro método para trabajar sobre sustratos vegetales es la red de arrastre, similar a las que se utilizan para capturar mariposas, pero construidas con un soporte más rígido. “Así, permite capturar las chicharritas golpeando sobre los diferentes cultivos y áreas de vegetación natural en banquinas, cortinas de árboles y montes”, reconoció Gamundi.

A su vez, los especialistas hicieron referencia a otro método utilizado sobre sustratos vegetales: las trampas de emergencia. Según Gamundi, “se trata de la adaptación de un método previamente diseñado y utilizado para la captura de trips en el cultivo de soja.

“Lo adaptamos y calibramos para incrementar el tamaño de la superficie de captura”. La ventaja de este método es que capturaría aproximadamente el 95 % de lo que realmente hay en el sustrato, agregó el especialista”.

“En esta trampa las chicharritas son atraídas hacia la luz, que penetra por la parte superior de un recipiente cilíndrico negro. Resultados preliminares indican una alta eficiencia de captura”, aseguró el especialista del INTA.

Por su parte, Adriana Saluso -investigadora del Laboratorio de Entomología del INTA Paraná, Entre Ríos- se refirió al protocolo para el monitoreo de la chicharrita del maíz con red de arrastre en cultivos invernales. “Este documento establece los aspectos a tener en cuenta al momento del monitoreo, tales como horarios de inicio y finalización de los muestreos, frecuencia en la colecta de insectos, así como las actividades que se deben realizar en el gabinete”, detalló.

A su vez, Saluso subrayó que el protocolo va acompañado por una serie de capacitaciones para los entomólogos que participan en el monitoreo. En las mismas se abordarán diversas temáticas, entre ellas, el manejo de la red de arrastre y técnicas adecuadas para la conservación y manipulación de las muestras, así como el reconocimiento, por morfología externa, de las chicharritas capturadas, separándolas por sexo y estado de desarrollo.

A partir del análisis conjunto de los datos registrados con cada método de muestreo se realizarán reportes quincenales para dar a conocer al sector público y privado, la evolución de la población del vector. Esto contribuirá a la evaluación del riesgo de infección en diferentes zonas del país.

Fuente: INTA