El 4° departamento de la provincia, según su expansión demográfica, otrora productiva e industrial, ha resignado su estatus que más allá de lo que aporta y recibe en conceptos de recursos económicos, lo cierto es que los valores que arroja en términos de inversión en obra pública, recursos per cápita y disgregación social desde un tiempo a esta parte, solo permite leer y entender que el compromiso y gestiones de nuestras autoridades transitan por una incapacidad proverbial y un descompromiso e insensibilidad social pocas veces vista.

Solo la ciudad cabecera del departamento Obligado – Reconquista – y su primera hermana, Avellaneda, registran valores de contagio de DENGUE que superan al promedio advertido en la provincia santafesina toda. Las estimaciones de las que se hablan hoy superan los 2.000 infectados y los informes oficiales que dan cuenta de los casos en nada cobran veracidad con los que señalan informes de vecinales tras sus registros empíricos de la realidad. Se explicó esta diferencia en medios radiales atento a que los casos atendidos en las clínicas privadas no están sumados a los registros oficiales que se publican en su carácter de tal.

Campañas sanitarias de descacharrado y el mantenimiento y limpieza – desmalezado – en los distintos barrios populares de ambas ciudades habrían alcanzado para evitar una infección masiva transmitida por un mosquito cuyo contagio se viene evitando desde décadas aplicando solo prevención entre los meses de diciembre y marzo de cada año. Gobiernos que se mantienen considerados en el colectivo social a instancia de marketing y orfandad de críticas quedan en evidencia ante lo único que no se puede tapar ni hacer tapas: La realidad.

Hace décadas que no se gestiona ni se avanza en la concreción de obras significativas que permitan el crecimiento de nuestra región. Y lo que nos resulta más evidente, nada nos sustrae en suponer que afectará un mayor desarrollo económico y social; Hoy, una triste y letánica utopía. Barrios marginales y sometidos a la extrema pobreza que se suma a la migración de nuestra gente nos desangra cada día enajenando un horizonte de expectativas que compromete a gran parte de nuestra sociedad. Tal parece, el discurso se limita a explicar “las vísperas y más pobreza”.

Migración, pobreza, barrios marginales, desocupación, cierre de empresas, crisis sociales, aumento de delincuencia y trabajo marginal y no formal han sido los únicos valores que se sostienen y que parece anclarse como triste definición e identidad ante la provincia santafesina. La marginalidad que nos tapa como una cerrazón es la desidia que solo explica la incapacidad de gestión y la falta de estatura política que nuestro norte demanda y exige.

Firma – Gustavo Lebus

Concejal Justicialista Avellaneda

1999-2003

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