En el día del décimo aniversario del fallecimiento del Padre Armando Yacuzzi, lo recuerdan con cariño toda la comunidad.
En este día especial, Lalo y Mari Sandoval recuerdan con cariño al Padre Armando Yacuzzi, una figura emblemática de la comunidad.
“Él sigue tan vivo como siempre, es nuestro santo que nos ilumina. El Padre Armando es recordado siempre por su persona alegre y contenta. Venía casi siempre a la capilla y nos visitaba seguido, nos llenaba de paz y trabajo”, menciona Mari.
Lalo comparte que el Padre Armando se caracterizaba por su solidaridad y su capacidad de no hacer distinciones: “Era una persona excelente. Hacía locro solidario en la capilla de Guillermina, y era gratis. El que quería colaborar ponía en una canastita, pero no era obligación. Hacía locro y, aunque no iban los de otras religiones porque era en la capilla, él los invitaba. Entonces decidió cambiar de lugar a la plaza, y ahí sí fueron todos. Siempre buscaba la unión, la solidaridad, no hacía diferencia. Era humilde, sencillo, y vivía el evangelio en plenitud”.
Recuerdan cómo acompañaban al Padre Armando en sus misiones, colaborando en la cocina. “Él siempre se olvidaba de sus necesidades para ir al encuentro del otro, siempre se ocupó y preocupó por los demás”, añaden.
El Padre Yacuzzi vivió momentos difíciles, como cuando fallecieron 13 personas de Guillermina en un accidente. En ese momento de tragedia, encontró las palabras para dar un poco de esperanza. Estuvo 25 años en la Capilla Fraternidad y luego en Guillermina, antes de trasladarse a Villa Ana.
Además, fue un pionero en la catequesis especial, tanto parroquial como diocesana en la región, trabajando junto a la hermana María Angélica y otras pocas personas.
“Un gran ser, todo un santo”, concluyen en su homenaje al querido Padre Armando Yacuzzi.