Las plantas agroindustriales de la empresa Vicentín en San Lorenzo y Ricardone, en el Gran Rosario, están paradas desde la semana pasada, cuando la compañía nacida en la década del 20 en Avellaneda, en el norte de Santa Fe, y que hoy es una de las cerealeras más grandes del país comunicó el jueves pasado que entraba «en un proceso de reestructuración de pagos a partir de una situación de estrés financiero».
Por día ingresan más de 1000 camiones a las plantas de molienda de Vicentín. Su dinámica diaria es vertiginosa, repleta del ruido de los vehículos con acoplado que llegan con los granos que provienen de distintas partes del país.
El viernes pasado, el viento hacía volar la tierra en el desierto en el que se convirtieron las playas de camiones, despobladas de vehículos. Este lunes la situación era la misma; todo está parado, mientras persiste la información oficial que dio la empresa el jueves pasado. Porque aún no hay novedades sobre qué hará Vicentín para reestructurar la deuda, que llegaría a unos 1000 millones de dólares. Con los productores el rojo ascendería a 350 millones de dólares.
Aunque los protagonistas tienen distinta contextura y rubro, este año el mercado sufrió la caída de referentes importantes, como ocurrió en enero pasado con el default por más de 900 millones de pesos de la firma de corretaje Sebastián Grimaldi.
Le siguió el desplome de una de mayor envergadura como BLD que entró en cesación de pagos por unos 6000 millones de pesos, aunque evitó la convocatoria de acreedores con un plan de cambio de acreencias con los 1500 productores a cambio de acciones, algo que lo consiguió en parte, pero no llegó al 60 por ciento, la meta que se había impuesto la firma.
La situación de Vicentín es diferente. El titular de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara), Gustavo Idígoras, consideró al portal Punto Biz que la crisis de la firma «es coyuntural» y opinó que sorteará «los problemas de manera favorable».
Vicentín invirtió US$900 millones en los últimos 10 años en sus plantas de molienda, biodiésel, etanol y en puertos, según un comunicado de la firma, que agregó que eso tuvo «un correlato positivo en el aumento significativo de las toneladas de molienda y exportación pero se han visto negativamente afectadas (las inversiones) por un contexto de crisis recurrentes, aumento de tasas de financiamiento, cierre de mercados y el incremento permanente del costo argentino».
Una de las dificultades que enfrenta Vicentín es la deuda con el Banco Nación, que contrajo en estos últimos años. Carlos Castellani, director del Banco Nación, reconoció que «las negociaciones empezaron desde hace un tiempo con Vicentín para refinanciar esa deuda». El directivo -que termina su gestión mañana- evitó precisar una cifra sobre el pasivo de la firma, aunque advirtió que la entidad «se puede ver afectada porque es uno de los clientes más grandes que tiene actualmente».
La firma tiene la urgencia de definir en el corto plazo el pago de las operaciones de compra de granos fijados, que ya fueron facturados, y sobre todo de la soja, maíz y trigo que fue entregada y aún no logró ser cobrada por los acopios y productores. En total, según señalaron a LA NACIÓN fuentes del mercado en esta situación estarían unos 2000 productores y corre-acopios. Este plan de pagos se conocería esta semana.
El temor ante tanta incertidumbre sobre la compleja situación que atraviesa uno de los grandes jugadores de la agroindustria es que sus problemas se trasladen a otros eslabones de la cadena, fundamentalmente los corre-acopios que tienen las mayores acreencias y deben pagar a los productores por los granos entregados.
Hasta ahora sólo circulan posibles escenarios, pero desde Vicentín mantienen la cautela. Este silencio genera incertidumbre entre los 800 trabajadores que poseen las plantas de Ricardone y San Lorenzo.
Pablo Reghera, secretario general del sindicato de Aceiteros de San Lorenzo, señaló que «las plantas están paradas, sin un solo camión para descargar y no se carga en los buques. Los trabajadores están muy preocupados», apuntó el dirigente que manifestó que «siempre hubo buen diálogo con la empresa y llama la atención que en esta situación de desconcierto no bajen alguna certeza a los trabajadores».
Reghera sostuvo que «entre los operarios circulan versiones todo el tiempo, y eso genera temor en esta situación». Los sueldos de noviembre fueron depositados por Vicentín, señalaron desde el gremio, pero no se sabe nada sobre el medio aguinaldo y el bono de fin de año.
Por Germán de los Santos
Fuente – www.lanación.com.ar
Fotos – Crédito Marcelo Manera