En el día de la fiesta de Todos los Santos para la Iglesia de todo el mundo, la Iglesia particular de la Argentina  celebra la 23º Jornada Nacional de Oración por la Santificación del Pueblo Argentino y la Glorificación de sus Siervos de Dios, con el lema “La santidad es el rostro más bello de la Iglesia”.

Mons. Santiago Olivera, obispo castrense y delegado de la Conferencia Episcopal para las Causas de los Santos de la Argentina, recordó que el viernes 1° de noviembre se celebra la 23º Jornada Nacional de Oración por la Santificación del Pueblo Argentino y la Glorificación de sus Siervos de Dios, con el lema “La santidad es el rostro más bello de la Iglesia”.

Con el lema “La santidad es el rostro más bello de la Iglesia”, la Delegación para las Causas de los Santos de la Argentina recordó que el viernes 1° de noviembre se celebra la 23º Jornada Nacional de Oración por la Santificación del Pueblo Argentino y la Glorificación de sus Siervos de Dios.

Mons. Santiago Olivera, obispo castrense y delegado de la Conferencia Episcopal para las Causas de los Santos de la Argentina, llamó a rogar por la pronta glorificación de los que tienen abiertas causas de canonización.

La jornada tiene el propósito de rogar por la pronta glorificación de aquellos a los que se les abrieron causas de canonización, pero los obispos consideraron que era importante sensibilizar al pueblo argentino, por lo que había que rezar no sólo por los siervos de Dios, los beatos o venerables, sino también para redescubrir la vocación que tenemos todos a la santidad.

El calendario litúrgico de la Argentina incluye 3 santos, 13 beatos, 8 venerables y 40 siervos de Dios. Hay además 14 causas en período inicial.

En tanto que en este día de la fiesta de Todos los Santos, el papa Francisco recordó que ellos “no son simplemente símbolos, seres humanos lejanos e inalcanzables” sino “personas que han vivido con los pies en la tierra y han experimentado el trabajo diario de la existencia con sus éxitos y fracasos, encontrando en el Señor la fuerza para levantarse una y otra vez y continuar el camino”.

En este sentido, el pontífice explicó que si se entiende esto, “se comprende que la santidad es una meta que no se puede alcanzar solo con las propias fuerzas, sino que es fruto de la gracia de Dios y de nuestra libre respuesta a ella”.

Antes de rezar el Ángelus, Francisco también aseguró que “todos estamos llamados a la santidad” y que ésta es “un don y una llamada”.

“Es don porque es algo ‘que no podemos comprar ni intercambiar’ sino ‘acoger’, participando así en la misma vida divina a través del Espíritu Santo que vive en nosotros desde el día de nuestro Bautismo. Esto significa ser cada vez más conscientes de que estamos injertados en Cristo, cómo la rama está unida a la vid, y por lo tanto podemos y debemos vivir con Él y en Él como hijos de Dios”, precisó.

 

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